jueves, 6 de agosto de 2015

Demons

Hace unos días se publicó este artículo, en el que hablé con Jorge Salas sobre machismo y rock y pude revivir viejos demonios. Normalmente este tema suele tratarse en casi todas las entrevistas que me hacen con una pregunta ("¿Hay machismo?" ) y ya está. Tampoco suelo encontrarme periodistas que se hayan documentado de verdad sobre el machismo (me refiero a entender la historia de esta ideología como fenómeno social estructural, a haber leído y a mostrar una preocupación real, sin estar a la defensiva o con ideas preconcebidas absolutamente ridículas) o que les interese ahondar en ello más allá de lo anecdótico. Jorge tenía mucho interés en escuchar, en profundizar y en incomodar y además me gusta mucho cómo escribe (no lo haces mal, Jorge :P), así que pensé que era una buena ocasión.

Como ya sabía que iba a pasar, suscitó polémica, muchísimas lecturas, se compartió muchísimas veces y volvieron de nuevo los insultos y los menosprecios. Ya contaba con ello, pero sigue doliendo, sobretodo porque no hay cosa más irónica que un hombre diciéndome algo como "no hay machismo, zorra histérica, cállate ya". Me llamaron, en diferentes muros de facebook , exagerada, mentirosa, zorra, que me aprovecho de mi físico, victimista e inepta musical (entre otras lindezas). Aunque los "argumentos" suelen repetirse siempre, lo de "inepta musical" me llegó  esta vez más hondo porque me hizo darme cuenta de algo. Posteriormente  hablé de ello con diferentes mujeres que también se dedican a la música en distintos niveles (algunas profesionales, otras por hobbie, otras con estudios superiores, otras absolutamente autodidactas) y me di cuenta de la tremenda inseguridad que solemos sentir casi todas  -al menos en el rock y similares- respecto de nuestro nivel musical. De cómo se utiliza ese argumento para justificar el trato recibido y para jodernos la autoestima (algunos de los comentarios  sobre el artículo sugerían que si yo tuviera "nivel" musical, no recibiría insultos, o que si me hubiera dedicado a estudiar música en lugar de a berrear por ahí sin distinguir una corchea de una negra esto no me pasaría). Reconozco que me crea inseguridad, que me hago pequeña en algún lugar no consciente de mi cabeza y me siento culpable por no ser una virtuosa soprano, aunque jamás haya querido serlo. Y entonces me odio por sentirlo, por dejar que surta efecto.

No tengo intención alguna de presumir de currículum, pero sí creo conveniente señalar algunos datos. Llevo casi 20 años en la música y a lo largo de ellos he hecho muchísimas cosas distintas: he compuesto mis canciones, he trabajado como cantante durante 10 años en diferentes orquestas (donde también he tocado la guitarra y el bajo) y he cotizado como tal, he colaborado con una cantidad increíble de grupos de rock (no podría citarlos a todos) como solista y como corista, he sido corista de Neus Ferri y también he grabado y co-producido los coros del próximo disco de Seguridad Social (que todavía no ha visto la luz), trabajé como guitarrista para la presentación de un perfume de Givenchy, me han invitado a cantar Hardcore Superstar (grupo sueco del que soy muy fan) y Alfredo Piedrafita (guitarrista de Barricada), he compuesto una canción para un documental que terminó nominado a los Goya, he cantado en un grupo con gente tan importante como Felip Santandreu, Amadeu Adell y Lucas Ibáñez (que también son la banda de acompañamiento de Celia Mur, profesora de Berklee), y he compuesto las canciones que se incluyen en mi obra de teatro musical  "un bonito cadáver", además de escribir el texto. Yo que sé, un montón de cosas que, lejos de servir para  hacerme sentir "alguien" (yo siempre me he sentido muy mediocre como músico y no tengo problema alguno en reconocerlo, sigo aprendiendo y sigo estudiando) sí avalan que hay muchos músicos, de diferentes niveles, que me valoran profesionalmente y cuentan conmigo a la hora de hacer música, aficionados y profesionales. Además, siempre he tenido público en todos los grupos en los que he tocado, gente a la que le gusta mi música, fans. Fuera de lo musical, muchas bandas me han pedido ayuda para aprender en temas de promoción, he escrito muchas notas de prensa y textos promocionales  ¿Por qué entonces tengo que sentirme inferior?

He tocado con músicos que tenían titulaciones y con otros que no las tenían. Jamás he mirado los estudios de alguien para saber si era buen o mal músico. No tiene sentido, he visto de todo como para presumir que, en una disciplina artística, el talento se explica a través de títulos académicos. Tampoco me he sentido inferior a los que sí los tienen ni ellos me lo han hecho sentir, jamás. En Femme Fractal toco con Isabel Latorre (licenciada en composición y multiinstrumentista profesional) y Marta Burgos (licenciada en guitarra y también multiinstrumentista profesional) y nuestra relación, más allá de que a veces yo no las entiendo cuando se expresan en términos muy específicos o que a veces yo les digo cosas como "dos vueltas, me callo y luego entro" y ellas me miran raro, es brutal en términos musicales. Yo hago arreglos, ellas hacen arreglos, nuestras opiniones valen por igual, hacemos música juntas, nos respetamos y nos sentimos bien haciéndolo. No hay más.

Entiendo perfectamente que alguien no sienta interés alguno por lo que hago, que piense que no soy buena y que ignore lo que hago o lo critique, pero no creo que nadie pueda insultarme y sugerir que no he hecho nada en la música, que no me lo he currado, que soy inepta y que me he limitado a subirme a escenarios no sé con qué oscuro fin, porque eso es, simple y llanamente, falso. La ignorancia, esa que no siempre está reñida con las titulaciones, es, además de atrevida, soberbia y poco humilde cuando se trata de decirle a alguien "yo tengo más derecho que tú a estar aquí".

Mis gustos musicales son muy amplios e incluyen desde el rock progresivo (con particular interés en el de los años 70 y muy concretamente el que se hacía en España) hasta el punk más DIY pasando por un montón de cosas de casi todos los estilos que se enmarcan bajo la etiqueta "rock" (y fuera de ella también). Quizás porque valoro por igual el "Images & Words" de Dream Theather o el "Rocket to Russia" de Ramones, no tengo ninguna necesidad de justificar la música popular en base a su complejidad armónica, el número de notas, la duración de las canciones o la pericia técnica de sus músicos. Si me pone los pelos de punta, me sirve. Me los pone Freddie Mercury, me los pone Wendy O'Williams, me los pone Myles Keneddy y me los pone Rosendo. Tengo las discografías de Steve Vai y de Erich Johnson y mato por ver a Eric Sardinas otra vez más, pero otro de mis guitarristas favoritos es Johnny Ramone. Me da igual lo que un músico sepa tocar, si con ello es capaz de transmitirme algo. La técnica me parece un vehículo de expresión más, algo que capacita a los músicos con recursos muy válidos y algo que todo músico debe, al menos, plantearse aprender, pero no es lo único, no es lo más importante (no sé cuántas veces se ha escrito sobre esto, ya, qué recurrencia más soporífera la de este tema) y desde luego, no garantiza que vayas a gustarle al público ni que debas sentirte superior a quien tenga menos.  La música popular (y sí, el rock, el heavy metal, son músicas populares) está hecha de canciones y las canciones están hechas de mucho más que notas. Además, me parece de puta madre que el arte en cualquier disciplina y en particular en la música, esté al alcance de cualquiera, y no solo de quien pueda permitirse estudiar o de quien tenga un conservatorio cerca. Es tan evidente que me aburre horrores hablar de esto.

Tampoco estaría mal que algunos de esos se leyeran el libro "¿Hay música en el hombre?", donde el etonomusicólogo, antropólogo y músico profesional John Blacking, tras pasar un tiempo con una tribu (los Venda), analiza la realidad elitista de la música en occidente en lo que hemos llamado música culta y contempla la música como realidad natural que forma parte de la idiosincrasia de todo ser humano. Os dejo un enlace aquí donde se habla de este libro y de este tema. Creo que cualquier músico debería al menos reflexionar sobre esto, fuera del etnocentrismo occidental, para entender qué es la música, por qué existe desde los albores de la humanidad y cuál es su sentido fuera de nuestra cultura, que ni es la única ni siquiera la más numerosa.

Con todo esto, no puedo evitar sentir mucha rabia cuando me doy cuenta de esa tendencia a atacar a eso tan frágil que es nuestra autoestima como músicos, a hacernos sentir culpables por no ser virtuosas. El machismo, evidentemente, deja huecos para algunos roles femeninos que sí se aprueban: la virtuosa con estudios, la buena chica recatada que no intenta ocupar puestos típicamente masculinos, la soprano en grupos de metal (papel que sólo puede hacer una mujer). etc... y muchos no se cortan en exigírtelo abiertamente, en decirte que si fueras lo bastante buena no se meterían contigo, que si te taparas un poco más quizás no te llamarían zorra. Me entristece muchísimo cuando esto pasa porque, es una realidad obvia para cualquiera que frecuente sitios con música en directo, que los hombres ocupan puestos en todos los estratos: los hay buenos, malos, patéticos, buenos técnicamente pero pésimos compositores, buenos compositores pésimos técnicamente, guapos, feos, semi desnudos, tímidos, arrogantes, desafinados... Y no se suele ir más allá de la valoración, pero no se genera la visceralidad  ni el desprecio que se experimenta hacia las mujeres. Y de verdad, no intentéis venir con argumentos tipo "los hombres también aguantamos cosas, esto es duro para todos" porque en ningún momento he dicho que para los hombres sea fácil, estoy hablando de discriminación en un sentido muy concreto, de ataques que no tienen que ver con lo musical. Hay muchísimo que leer y que aprender sobre el tema antes que simplificar de una manera tan falaz. No me imagino a nadie diciéndole a un negro de Malí que se queja de sufrir racismo, xenofobia y clasismo en Europa diciéndole "perdona, esto es duro para todos".

Yo no quiero ser una virtuosa. Si quisiera serlo me habría encerrado a estudiar como una loca porque lo que sí que tengo en grandes cantidades es disciplina y capacidad de esfuerzo y de estudio (soy licenciada en psicología, tengo titulaciones oficiales de cinco idiomas y actualmente curso el grado en antropología social. Creedme, sé lo que es estudiar).  Es que a mí me pone tocar música más simple. Es lo que me gusta, es lo que me interesa, no veo que esto resulte complicado de entender. Y eso no me convierte en menos capacitada para hacer música. Simplemente, para mí la música es un vehículo de expresión, en el que me he permitido  jugar a aprender un montón de cosas sin exigirme una excelencia ni un título profesional. Empecé a estudiar en el conservatorio y se me quitaron las ganas de hacer música, aquel sitio no era para mí (experiencia que comparto con unos cuantos músicos). Me sentí a gusto, en cambio, en locales de ensayo, compartiendo la experiencia con otros, formando parte de una banda, buscando la manera de expresarme y con profesores que provenían del entorno rock, que es la música que yo quiero tocar (la música culta, lo siento, no me interesa demasiado, qué le vamos a hacer). Me gusta aprender, me gusta mejorar, me gusta ser mejor músico, y me gusta hacerlo libremente, sin especializarme en nada permitiéndome tocar un montón de instrumentos a un nivel más bien básico o experimentar la música desde diferentes roles en un escenario, no únicamente como cantante. Me gusta producir voces, sacar armonías, grabar un montón de coros, y lo he hecho para muchísima gente, porque lo hago bien y lo hago rápido, Y lo que más me gusta es escribir canciones a solas, en mi casa, Si salen de mi habitación y alguien las escucha y le gustan ¿Quién cojones se cree capacitado para decir que eso es correcto o incorrecto o que yo no debería hacerlo? Las veces que alguien me ha dicho que una canción escrita por mí le ha hecho sentir cosas (afortunadamente, me ha pasado unas cuantas veces), he sentido que todo tenía un por qué, la vida, mi vida, el mundo... Y  nadie va a quitarme mi derecho a sentir eso. Ni tampoco a las personas que alguna vez han disfrutado de mi música.

 En Femme Fractal toco la guitarra, el bajo, el ukelele, algo de percusión y en breve la armónica. No soy la hostia en nada de ello pero eso me permite expresarme como quiero y divertirme (y divertir, que nadie viene a verme por obligación). Y no tengo que justificar eso delante de nadie. Si te gusta como canto o toco, es perfecto, si no también, pero que a estas alturas, después de siglos de música popular, después de que Bob Dylan, Elvis  Ramones, Chuck Berry o Janis Joplin cambiaran el curso de la historia de la música sin haber pisado un conservatorio, alguien tenga que atacar a otro por no tener suficiente nivel (que esa es otra, sentirse juez en algo como la música rock es para hacérselo mirar) o no tener estudios musicales es ridículo. Y justificar el machismo diciendo que es culpa nuestra por no ser lo bastante buenas es machista. Estoy harta de pasarme la vida justificando mi "nivel" musical cuando trabajo como músico más que los que me atacan, cuando sé hacer mi trabajo en un estudio o en un escenario con profesionalidad demostrada, cuando me siguen llamado para grabar colaboraciones o para trabajar cantando.

También he conocido demasiados músicos que se creen muy buenos pero son incapaces de llegar a la hora, de no beber durante un concierto o de resultar mínimamente profesionales. Y tengo una mala noticia para los que sois así: aunque tengáis dos octavas más de registro que yo y creáis que con eso lo tenéis todo hecho, si no sois profesionales me llamarán a mí para grabar los coros antes que a vosotros. Y luego os quejaréis amargamente y diréis que es que me llaman a mí porque nosequé y qué injusto y que lo merecéis vosotros y no yo y que claro, como soy una tía lo tengo más fácil. Y no, el problema es vuestro. Si sois tan buenos y no conseguís un hueco en el mundo del rock, o no tenéis público, o no conseguís trabajo, seguramente estéis haciendo algo mal. Aprended a trabajar antes de culpar a otros o de reclamar el puesto que otros ocupan como propio.

Necesitamos mujeres en todos los escalones. Desde las más malas, las más desafinadas y arrítmicas,  hasta las más virtuosas, pasando por las mediocres, las que jamás aportarán nada, las que se lo pasarán bien tocando y ya está, las que no pasarán de sacarse unas versiones y las que harán giras mundiales, nacionales y locales, las que escribirán canciones que se harán universales, las que cambiarán la historia, las mejores y las peores. Todas. Dejadnos en paz con vuestro examen y vuestro juicio. Tenemos derecho. Callaos ya.

martes, 28 de julio de 2015

Es un hecho

Me estoy haciendo mayor. Es un hecho.

Como mi vida es bastante igual que cuando no era mayor pero con las virtudes de serlo, de momento son todo ventajas. Ahora que tengo un sueldo -aunque sea uno bastante ridículo- a cambio de los odiosos y adultos madrugones, puedo comprarme muchos cómics. Puedo comprarme una guitarra de 12 cuerdas por puro impulso si ataco los ahorros. Total, no tengo grandes planes, no tengo que pagar una hipoteca, ni pañales ni nada, tengo un alquiler modesto, compro unas shandys, comida, poco más.  En realidad ahorro para esto, para hacer lo quería hacer cuando era más pequeña pero no podía hacerlo porque no tenía nunca un duro. Libertad adulta.  Puedo pujar en ebay por una figura de Luke Skywalker disfrazado de trooper imperial, ponerme una alarma en el momento que acaba la subasta y que se me salga el corazón del pecho en los últimos segundos. Puedo plantearme comprar un sable de luz oficial. De los guapos.  Si no salgo en lo que queda de mes a lo mejor podría...

No estoy hablando de dinero. Aunque lo parezca. No estoy hablando de dinero porque en realidad no tengo un duro, pero por suerte las guitarras, los cómics y las ediciones especiales de Rocky Horror en realidad son bastante baratas comparadas con las hipotecas, los coches nuevos y todo eso. Estoy hablando de que me hago mayor y es guay. De hacer lo que me da la gana.  De alguna manera parece que la vida te pone en etapas en las que te gustan unas cosas cuando por edad, dinero, por lo que sea, no puedes tenerlas o apenas puedes tenerlas.  Luego cuando te haces mayor y podrías, ya no debes, ya no toca, ya no quieres. Yo soy infinitamente simple. Quiero cómics, quiero guitarras, quiero Tommy con todos los extras. Todo el puto rato. Y lo mejor es que puedo dedicar todo mi tiempo libre a leer, a tocar con mis amigas, a grabar una -otra- maqueta con mi banda. Y todo ello, con la tranquilidad que -al menos a mí- me han dado los 30. Dónde vamos, de dónde venimos , cuál es mi papel en el universo, existe el amor eterno, quién soy en realidad. A la mierda con eso. Me voy a morir. Quiero pasarlo bien. Quiero volver a leer La conjura de los necios. Quiero un pedal de trémolo para usarlo en cuatro compases. No quiero nada que implique la ayuda de un banco. Voy a volver a ver Spinal Tap. Voy a poner el ampli al seis en mi habitación.

 A veces se me hace raro cuando me cruzo a alguien que me conoce desde mi infancia pero que en realidad jamás me ha conocido de verdad  y me pregunta si todavía sigo con lo de la música. Veo en su mirada la sorpresa cuando les digo que sí, que por qué no iba a seguir, que la música no es un estado, la música soy yo. Insisten. Atacan por otros flancos. No, no me he casado. No, no tengo hijos. No me compré una casa. Estoy ahora a ver si grabo un E.P. con mi banda (te jodes, no haber preguntado). Escribí un cómic. De zombies.  Sonríen un poco, como diciendo "qué rara es esta chica". Rara mal, se entiende. Rara freak, Rara de "está equivocada". Rara de no acercarse mucho por si acaso. Rara por no mutar. Que os den. Y ya veréis qué rara cuando tenga 70.

Cada vez me gusta más hacerme mayor.


miércoles, 27 de mayo de 2015

Cómplices



A lo largo de mi vida  he intentado trabajar siempre con mujeres, como una cuestión de principios. Me gusta tocar con mujeres y en general, hacer proyectos con ellas. Creo que es necesario y creo que es increíblemente gratificante. Me gusta tocar con mujeres que sean mejores que yo, de las que puedo aprender y a las que puedo admirar. Me gusta currar con mujeres que son más listas que yo, que saben más que yo, que me enseñan cosas. Coincide muchas veces que, además, son más guapas que yo, más exitosas que yo, mejores personas que yo. Me gusta rodearme de mujeres que hacen lo que quieren hacer porque suelen ser personas luchadoras, felices, que no pierden el tiempo en intentar ningunear a los demás, en envidias y en hacer daño a otras personas. Me gusta creer que todas esas gilipolleces sobre que las mujeres no sabemos currar juntas, las peleas de gatas, las sucias artimañanas femeninas, las envidias...  son algo del pasado, algo fruto del "divide y vencerás" más trasnochado y machista.

Huelga decir que he tocado y realizado distintos proyectos con hombres fantásticos a los que adoro, pero simplemente no es de eso de lo que quiero hablar.

Me siento muy afortunada de haber formado mi primera banda, hace ya 19 años, en mi pueblo,  con mi mejor amiga, de haber tocado en Sweet Little Sister con un montón de tías, de haber formado parte de The Sheenas, banda íntegramente femenina, de haber compartido el micro en The Backseats con alguien tan de otro planeta como Neus Ferri y también con Cristina Redondo, una cantante a la que admiro muchísimo y con Lorena, una de las voces más prometedoras de por aquí, de haber compartido un par de ensayos en Interceptor con Laura, de haber tenido a Reme, a Yasmina, a Susi, a Belén, a Lisbeth y a Olaya como compis de trabajo en orquestas, de haber currado además con Olaya en mi obra de MicroteatRock "Un bonito cadáver", de haber formado dúo coral con Merche para The Stone Circus,  de tener a Neus y a Isabel como coristas en el vídeo de "Nadie de verdad" de Gran Quivira,  de tocar actualmente con Marta e Isabel en Femme Fractal (pronto nos estrenamos). Me siento orgullosa de haber puesto todo lo que tengo al servicio de eso, de buscar a otras tías que, como yo, querían hacer "algo", lo que fuera, algo que se supone que no podríamos hacer bien porque somos tías. Cada uno elige sus luchas, y yo, desde muy pequeña, escuché demasiadas veces frases como "eso es para tíos", "las chicas no podéis hacer esto" o "las chicas sois malas entre vosotras". Nunca quise creer que yo no podía hacer algo porque fuera una tía, Y sobre todo, nunca quise creer que si quería intentarlo no podía hacerlo con otras tías como compañeras.

He admirado a un montón de mujeres: Joan Jett, Doro Pesch, Nina C. Alice, Wendy O'williams, Debby Harry, Angela Gossow, Bonnie Tyler, Lauryn Hill, Ruth Brown, Amanda Palmer, Ana María Matute, Susan Sarandon, Brody Dale, Alanis, Tori Amos, Patti smith, Amy Winehouse, Gwen Stefani, Nina Persons, Sandra Nassic, Lzzy Hale, Shirley Manson, Orianthi, Juliette Lewis, Pat Benatar, Crissie Hynde, Courtney Love, Sharleen Spiteri, June Carter, Emma Watson, Ellen Page, Alicia Murillo, Simone de Beauvior, Susana Perales, Martillo de The Capaces... la lista sería eterna. Y jamás me he sentido amenazada por otra mujer que cantara mejor que yo, fuera más lista que yo o más guapa que yo. Principalmente porque el mundo necesita mujeres mejores que yo, muchísimo mejores que yo, infinitamente mejores que yo. Y porque aprendí a ver en las victorias de cada mujer que rompe un mito sobre lo que podemos o no hacer, una victoria mía. Una victoria nuestra.

Quizá por eso, a día de hoy sigo sin entender cómo es posible que algunas de las críticas más machistas, de las actitudes más machistas, las haya sufrido (y las sufra) de otras mujeres. No me refiero a críticas sobre lo mal que hago algo (en ese caso son totalmente comprensibles, vengan de quien vengan). Hablo de insultos, de zancadillas, de esas sutilezas que muchas veces se emplean para putear a otra, esas artimañas que quedan semi-ocultas para la mayoría de gente de alrededor pero que son dardos que se envían de la manera más cobarde: lo bastante evidente para que te enteres de que te están intentado aplastar, pero lo bastante sutil como para que si levantas la voz sobre ello te acusen de loca. Hablo de sentir verdadero odio de otras tías a las que yo no he hecho absolutamente nada, que se sienten amenazadas porque yo "hago cosas", porque he salido ahí fuera a que me partan la cara una y mil veces por pelear por lo que quiero hacer, lo haga bien o lo haga como el culo, simplemente por mi derecho a hacerlo. Hablo de tías que no querían que sus novios tocaran con alguna de mis bandas, de tías que obligan a sus novios a eliminarme de alguna red social, de tías que antes de escucharnos ya nos insultaban por cómo vestíamos o por nuestro físico, de tías que cuestionaban nuestros logros con el típico "a saber cómo han llegado hasta ahí",  anulando todo nuestro trabajo y nuestro esfuerzo con esa tan aceptada e injusta frase, de tías que te hacen el vacío de una manera evidente, que te quede claro que no les gustas por ser tú.  Esa mierda a la que nos enseñaron a jugar desde bien pequeñas y que generalmente es vista por los hombres como "cosas de tías, ya sabes cómo son". Esas cosas con las que no nos hacemos ningún favor, pero para las que nos han educado (insisto, divide y vencerás). Esas peleas que nos mantienen tirándonos de los pelos mientras ahí fuera seguimos cobrando menos, siendo menos reconocidas, siendo cosificadas, vejadas, censuradas, maltratadas, asesinadas. Cada vez son menos (como digo, estoy rodeada de mujeres increíbles) pero me sigue pasando, y siempre es igual.

No, queridas, no somos el enemigo. Otra tía que sea más guapa, más lista, mejor cantante o mejor lo que sea que tú, no es tu enemiga. No es a ella a quien debes odiar. Tampoco es necesario ser la más guapa de la fiesta, ni la mejor en nada, para ser feliz. Suele bastar con hacer lo que quieres hacer con todas tus fuerzas, lo hagas mejor o peor. Tampoco vas a sentirte mejor si aplastas a alguien que es mejor que tú. Tú seguirás siendo peor, serás, de hecho, todavía peor. Si quieres ser mejor, sé mejor. Es así de sencillo.  Pero odiar a otras tías sólo porque destacan por algo, porque son amigas de tu novio, porque a veces tienen un foco en la cara y todos las miran, te convierte en cómplice de todo aquello que nos ha sometido y nos somete y también te perjudica a ti. Superemos esto, por favor.

Cada vez que insultas a una tía sólo por ser tía, eres cómplice.
Cada vez que cuestionas lo que una tía ha conseguido, insinuando que es simplemente por ser tía, eres cómplice.
Cada vez que no quieres trabajar en equipo con otra mujer, pero sí con otros hombres, eres cómplice.
Cada vez que te da rabia que una tía destaque más que tú, eres cómplice.
Cada vez que crees que una tía ha de pasar tu examen, soportando antipatías, malas respuestas y miradas asesinas para llegar a ser tu amiga, eres cómplice.
Cada vez que dices "las tías somos malas", eres cómplice.
Cada vez que criticas en una tía lo que admiras en un tío, eres cómplice.

¡Saludos!

miércoles, 29 de abril de 2015

BAJA FIDELIDAD

¡Hola!

Os quería hablar sobre Baja Fidelidad, el proyecto de mi amigo Marcos (a.k.a. Escaliburcio Ramón). Además de sentirme vinculada a la serie por muchos motivos (participo en ella, de hecho), me siento sobretodo, vinculada a él. Además de ser mi amigo he currado con él, tanto en el video de  Nadie de verdad de mi banda como en mi obra de MicroteatRock Un bonito cadáver. Marcos derrocha talento, lo vi desde la primera vez que me senté a hablar con él sobre el hecho de crear cosas, de hacer "algo" (ese "algo" que todos andamos buscando, eso que todos queremos hacer). Pues bien, ahora ha encontrado ese algo sobre el que volcar todo su talento, su sentido del humor y su saber hacer audiovisual. Le he escrito una nota de prensa para explicar qué es Baja Fidelidad. Y os juro que la he escrito como fan absoluta que soy, que le crujo a whatsapps cada vez que sé que está montando un nuevo capítulo para que me lo enseñe. Me flipa que Baja Fidelidad exista, me flipa que los grupos que salen existan y me flipa que gente como Marcos exista, dispuesto a dar absolutamente todo lo que tiene (talento, dinero, tiempo) por el rockanrol. Es exactamente el  tipo de gente que necesitamos en estos tiempos, You know I'm born to lose and gambling's for fools, it's only rock and roll,  y todo el rollo. Os pego la nota a continuación y así os enteráis también de todo. Abajo vienen los enlaces para ver los capítulos.

---

Baja Fidelidad es una webserie que tiene a un grupo de rock valenciano como invitado en cada episodio. Sus integrantes asumen un pequeño papel en la trama, interpretándose o no a sí mismos, y su música es utilizada como banda sonora del capítulo en cuestión.  La primera temporada constará de trece episodios de diez minutos de duración cada uno, que se suben a youtube cada quince días desde el canal de Rockonut, una de las webs sobre la escena rockera local más implicadas y certeras que tenemos, que apadrina el proyecto sirviendo como distribuidora y principal apoyo. 

A caballo entre la ficción, la autobiografía y el falso documental a lo Spinal Tap, Baja Fidelidad es un ejercicio audiovisual de Marcos Bañó, que escribe, dirige y protagoniza esta webserie en la que vuelca su propia vida,  exagerándola y parodiándola –jamás dejaría que la realidad le arruinara una buena historia-  para ponerla al servicio de la difusión del rock de esta ciudad. Fuertemente vinculado al audiovisual rockero valenciano (anteriormente dirigió un videoclip para Delaire y uno para Gran Quivira) y actor de vocación (protagonista de la obra de MicroteatRock Un bonito cadáver),  Baja Fidelidad es el proyecto que tiene que consolidarle como un pilar necesario para la música en esta ciudad o, al menos, como el soplo de aire fresco que, desde luego, necesitamos. 


Lo que Marcos Bañó pretende con esta serie es aportar un toque de humor, sacar el rock del cliché malcarado y crear un producto que arroje risas, entretenimiento y una manera más divertida de acercarse a la escena musical underground que las tradicionales entrevistas que,  mayoritariamente, acaban pasando tan desapercibidas como los propios grupos. 


La serie, de vocación Do It Yourself, autofinanciada y absolutamente lowcost, cuenta actualmente con tres episodios, empezando a contar desde el cero, una especie de piloto que sirvió para comprobar, mil visitas en pocos días después, que existe un interés en este novedoso formato. 

Decía Tyler Durden en El club de la lucha que "crecimos con la televisión que nos hizo creer que algún día seriamos millonarios, dioses del cine o estrellas del rock, pero no lo seremos y poco a poco nos hemos dado cuenta y estamos, muy, muy cabreados." Quizás sea el momento de dejar de estar cabreados y simplemente, jugar a ser esas cosas. Al menos será divertido. Larga vida a Baja Fidelidad.

Enlaces a los capítulos disponibles

Capítulo 0: https://www.youtube.com/watch?v=wxB7dGp4MHE

Capítulo 1: https://www.youtube.com/watch?v=n3gt-VZPtC0


Capítulo 2: https://www.youtube.com/watch?v=qm-plXLKa5g

martes, 21 de abril de 2015

"Un bonito cadáver (la inefable historia de Christine Sixteen)"


¡Hola!


Cartel de la obra. Foto de Reaktiu

 Este sábado 25 de abril volvemos a llevar al Kraken Rock Bar (Plaza de Honduras, Valencia) la obra de MicroteatRock "Un bonito cadáver (la inefable historia de Christine Sixteen)". Es una obra de teatro breve musical (dura unos 20 minutos), ambientada en el mundo del Rock, con música en directo y mucho humor, que he escrito y dirigido. Los actores son Marcos Bañó y Olaya Alcázar.



Haremos dos pases, a las 18h y a las 18.45h (a las 17.30h abrimos la taquilla). Vale 4 euros.  Después, a las 20.00h tocan Señor Mostaza en acústico. El concierto vale 5 euros. Se puede
Christine Sixteen.
Foto de Reaktiu
comprar un bono por 8 euros para ver la obra y el concierto (en el Kraken y en el Let's go están a a la venta los bonos, las entradas sueltas las podéis comprar en taquilla). Y todo ello para festejar el programa número 200 de La colina 45, que además se despiden ese día.  Por ello además habrá sorteos y regalos. 



¿Y de qué va la obra?


Todas las superestrellas del Rock tienen algo en común, han muerto a los 27: Jimi Hendrix, Janis Joplin, Jim Morrison, Kurt Cobain… Formar parte de este selecto club solo está al alcance de los más grandes. Christine Sixteen es la mayor estrella del Rock del momento. Todo el mundo la adora, ocupa todas las portadas, vende millones de discos, es polémica, maleducada, controvertida y hace siempre lo que le da la gana. El único problema es que le quedan sólo cinco meses para cumplir los fatídicos 27. Por ello se reúne con su manager, al que pondrá al tanto de un disparatado plan que atañe a tan funesto aniversario.
Foto de Reaktiu

Para promocionar la obra hemos hecho unos videocarteles que os enlazo a continuación, así podéis ir conociendo a los personajes: 


- Aquí podéis ver el primer 
videocartel: https://www.youtube.com/watch?v=XrPAE5IwX9s
- Aquí podéis ver el segundo: https://www.youtube.com/watch?

- Aquí el tercero:https://www.youtube.com/watch?v=c7Alk6CJ8as
- Y aquí el cuarto, para el que contamos con la colaboración de Pau Monteagudo, de Uzzhuaia:  https://vimeo.com/125433520   

¡Espero veros por allí! El MicroteatRock es un género lleno de futuro.


Cartel del evento

martes, 17 de marzo de 2015

FallaZ


Yo sólo era una chica aficionada a las pelis de zombies (ojo, mucho antes de que se pusieran de moda, conste) y a los cómics que un día, por error, acabó en una mascletà. Y, joder, lo vi claro. No podía quedarme quieta ante semejante revelación. Era evidente. Valencia en fallas era absurdamente Zombie. Toda esa gente tirando petardos, andando en masa hacia la plaza del ayuntamiento a la misma hora, uniformados, esquivando monumentos enormes en cada calle, mientras otros tantos nos escondíamos en casa intentando escapar de todo aquello. Había que hacer algo con eso. Como además, La Fuerza suele acompañarme en este tipo de misiones absurdas, apareció Ignatus, un ilustrador, artista fallero y músico de rock y ademnás una editorial, con lo que tuvimos que hacerlo. Creamos FallaZ, el cómic, donde un grupo de rock (stone circuzz, grupo ficticio formado por músicos reales, Rafa, Alex y Jorge de Stone Circus y Pau de Uzzuhuaïa) luchaba contra el armageddon fallero. Y la cosa se nos fue de las manos. Hicimos un crowdfunding, logramos reunir la pasta, hicimos unos vídeos de promo súper dviertidos, sacamos a los protas del papel y logramos que hicieran un concierto, creamos una charanga del rock (Charangans & Roses), escribí una canción que grabamos The Sheenas para que el cómic tuviera banda sonora y lo presentamos por todas partes. Os dejo algunos enlaces por si queréis echarle un ojo a todo esto.
Vídeos promocionales (no os los perdáis)




Entrevista de la Falla Les Barraques, que fue patrocinadora del cómic. Además, una de las entrevsitas más interesantes que nos han hecho.

También aparecemos en La Ser, aunque el texto tiene unos cuantos errores, pero bueno, estamos ahí, que es lo importante.

También me entrevistó Edu Garrido, del blog "un libro, una vida"







                                       ¡Aquí podéis ver todos los puntos de venta! 

Por lo demás, estamos en www.fallaz.com y en www.facebook.com/fallazcomic


¡Un saludo y felices -glups- Fallas!




lunes, 12 de enero de 2015

Gran Quivira II - Grabación

¡Hola!

El 14 de noviembre estuvimos en RPM grabando "Nadie de verdad" con Roger García a los mandos. El día fue laaargo e intenso, pero creo que ha quedado muy bien, que es lo importante.

Después de sonorizar, grabamos primero la base en directo, batería, bajo y las guitarras de Mike y mía (mía mía no, que es una Telecaster preciosa que me prestó Roger que me plantée robarle unas cuantas veces, qué maravilla, por favor, que mi Eastwood me perdone, pero tengo serias tentaciones de hacerme con una de ellas si la lotería me es favorable). Después grabó Alberto su guitarra solista y arreglos aparte y luego fuimos con las voces. Grabé a la primera toma, excepto una parte en la que quería probar algunas cosas para ver cómo me gustaba más. Y no es que grabara a la primera porque sea una crack y me saliera perfecto, ni mucho menos, sino porque precisamente quería que quedara lo más parecido posible a un ensayo, y lo más parecido posible a grabar en directo con el resto de la banda, aunque grabar con ese micro Neuman sea lo opuesto a cantar en el local de lo bonito, perfecto y cálido que suena. Qué pasada poder cantarle a un micro así, que te deja jugar tanto con cada matiz porque capta absolutamente todo con una perfección y una "humanidad" absoluta. No estamos buscando que el tema quede como en un disco ni me apetecía pulir palabra a palabra pinchando en mil sitios hasta que todo estuviera clavadísimo y perfecto.

Ya grabaremos un disco y si nos apetece, ya intentaremos dejar los temas perfectos (aunque cada vez me parezca más aburrida esa idea). Esto era distinto, nos apetece que lo primero que escuchéis de la banda sea como asomar la cabeza por la puerta del local y ver cómo sonamos, con esos fallos casi imperceptibles pero que en estudio asoman todos diciendo "eh, que estamos aquí" y con los que cada vez me siento más reconciliada e incluso me gustan más que una grabación perfectamente cuantizada, autotuneada y tan perfecta que da asco, al menos a mí.

Después grabamos los coros. Qué suerte he tenido esta vez. Adoro los coros y quería darme el lujo de tener coristas para esta canción, la única licencia puramente de estudio que me apetecía tener (en el local no tenemos, por desgracia). Yo misma he sido corista con varias bandas y me encanta todo lo que envuelve a las armonías vocales. Tengo la suerte de tener unas cuantas amigas cantantes, y llamé a dos de ellas, Neus Ferri e Isabel Monzó, que son de las mejores (tanto amigas como cantantes), mucho mejores cantantes que yo, desde luego. Le "encargué" a Neus la producción de los coros, es decir, que fuera ella la que sacara las líneas con total libertad (salvo algunas pequeñas directrices que le di sobre cómo me los imaginaba yo) porque, por una parte, a veces uno está tan metido en su canción que pierde un poco la perspectiva y por otra, sabía que alguien tan sumamente buena como Neus lo iba a hacer muchísimo mejor que yo. Este verano y el anterior  fui su corista en sus bolos con banda, con lo que estamos ya bastante acostumbradas a trabajar juntas las voces y de verdad que es una gozada increíble currar con alguien así. Y por supuesto, sacó unos coros que me encantan y que le dan al tema un rollazo increíble. Isabel es otra crack con un montón de experiencia, de las que no fallan, y encima lo hace con una sonrisa de oreja a oreja que sólo de verla ya te alegra el día. Las dos grabaron prácticamente a la primera (venían con el trabajo muy preparado) y luego Mike añadió otra línea de voz en un registro más grave.

Y después, ya un poco cansados, pasamos al tema del vídeo. Se encargaba Marcos Bañó a.k.a. Escaliburcio Ramón, quien también nos hizo las fotos con las que inauguramos el otro día nuestra página de facebook, porque uno a los amigos que son buenos en lo suyo los explota todo lo que puede, que la confianza da asco, pero también es bonita. No queríamos tampoco nada del otro mundo, simplemente nosotros tocando, así que en unas pocas tomas estaba la cosa lista, El pobre iba loco manejando tres cámaras (una fija, una que llevaba él y una gopro que iba poniéndonos en las guitarras). Da gusto que la gente se implique así en tus proyectos.



La canción se llama "Nadie de Verdad" y la letra... bueno, el estribillo es una de esas frases que se te ocurren un día en un momento concreto y que aunque no la creas al 100% (claro que queda gente de verdad), en ese momento te pilla con una guitarra en la mano y se queda ahí para siempre, un pensamiento de un segundo, congelado, simplemente. Habla de todas esas cosas que hacía hace años, cuando aún estaba buscando mi sitio en el mundo y creía que "ser diferente" era algo que tenía que demostrar a cada momento, y al final te das cuenta de que todos estamos haciendo lo mismo, y que "ser diferente" no puede ser una impostura. Es mucho más sencillo que todo eso. En fin, es una letra muy poco meditada, muy automática, escrita del tirón sin demasiados rodeos. David Ortega, guitarra de Los Perros del Boogie, Lord Sith, gran letrista y compositor y un amigo al que adoro, me ayudó a corregirla. Lo mejor es que la mezcla me llegó justamente en el mismo sitio en el que nació la canción, la estación, mi estación, un sitio súper especial para mí. La escuché por primera vez ya terminada en el mismo sitio en que nació, dos años antes. Es este sitio de la foto y supongo que será una tontería, pero a mí me hizo flipar, fue algo mágico que todo pasara en ese lugar.

Y aquí, el resultado.


miércoles, 7 de enero de 2015

¡"El último abrazo" nominado a los Goya!

Con Sergi el día del estreno
"El último abrazo", el documental de Sergi Pitarch para el que compuse una canción junto a Isabel Latorre, está nominado a los Goya como mejor cortometraje documental y yo estoy flipando.

Todo empezó hace unos años. No recuerdo cuántos porque soy horrible ordenando recuerdos en sus años, pero me chiva Sergi que fue en 2002 . Una noche, una amiga me presentó a Sergi, precisamente en una de las subastas del Doctor Cáspulo, donde terminó sucediendo todo. Eran unas subastas de artículos de segunda mano que Cáspulo vendía con mucha gracia, era realmente divertido y no nos perdíamos ninguna. Sergi había hecho un curso con mi amiga y una noche nos juntamos allí todos y nos conocimos. Luego resultó que vivía en frente de mi casa, que tocaba la guitarra en un grupo y que nos gustaba la misma música. Claro, nos hicimos colegas y empezamos una larga amistad. El caso es que en una de esas subastas, Sergi compró un bolso por 1 € (pujó porque le sabía mal que nadie lo comprara) y luego nos fuimos a casa. Lo mío fue casi peor, adquirí un libro de religión de EGB que me hizo gracia porque era el que yo usaba en el colegio, aunque luego, evidentemente, acabó de nuevo en la basura. Al día siguiente fui a su casa para tomar café y me contó que había encontrado dentro del bolso unas cartas de suicidio del año 1946. Flipamos, las leímos, nos emocionamos y... allí se quedaron. Sergi era periodista por aquel entonces, pero avatares del destino, terminó trabajando en televisión como guionista, y empezó a hacer trabajos audiovisuales por su cuenta. Tenía talento y se notaba. Aprendió a contar historias y lo hacía de una manera increíble. El chico apuntaba maneras, la verdad.

Grabando la canción
El año pasado me llamó y me dijo que tenía que contarme algo. Me explicó que aquellas cartas le habían dado una idea y quería hacer un documental buscando al autor de las mismas, aprovechando la coyuntura que éstas le daban para hablar de las generaciones que se pierden en las guerras, del horror que suponen desde el punto de vista humano y de por qué alguien puede preferir morir a vivir en ese contexto. Me encantó la idea, por supuesto, porque la había visto nacer de aquella manera tan casual y me parecía precioso que le diera vida a la historia desde ese punto de vista tan humano. Me moría de ganas de que se pusiera a investigar aquellas cartas y descubriera quién estaba detrás, por qué, cómo, qué le había pasado a esa persona... Además, me propuso hacer una canción para la banda sonora. Yo llevaba en el móvil algunas de las maquetas en las que estaba currando y se las enseñé. Me dijo que le gustaba lo que estaba haciendo y que sí, que me encargara de aquello. No tengo ni idea de por qué me lo pidió a mí, porque yo básicamente hago rock y esto era algo distinto y no es algo que yo haga habitualmente, aunque en mi casa suelo tontear con muchos tipos de música y me gusta cantar y tocar muchas más cosas además de rock. No tenía sentido escribir una canción rock para una historia así, con guitarras eléctricas. Al menos a mí me parecía que pedía otra cosa. Algo que no tenía claro que supiera hacer, pero acepté. Era mi amigo, eran aquellas cartas y era escribir una canción para una banda sonora, algo que siempre me había apetecido hacer, llevar al formato musical una historia que va a ser narrada audiovisualmente. Y sobretodo, era hacer algo nuevo y yo soy adicta a empezar de cero constantemente y a meterme en proyectos que me quedan grandes y pelear con todo lo que tengo para defenderlos y aprender un montón de cosas por el camino. Así que me fui a mi casa y cogí la guitarra acústica. Me venía a la cabeza José Alfredo Jiménez, el que para mí es el rey a la hora de contar dramas y convertirlos en canción y del que soy muy fan. Escribí la letra de manera automática prácticamente, con los ojos cerrados (sí, se puede escribir con los ojos cerrados xD) y tratando de situarme en la historia. Resultó una experiencia increíble a nivel creativo y además fue
primera página de la partitura de la canción
bastante sencillo. Quizás por eso tampoco es perfecta en absoluto, hay algunos fallos en la forma que no me gustan, pero pensé que valía la pena que conservara esa frescura a pesar de que formalmente pudiera ser mucho mejor. Quería algo sincero y directo, sin demasiados retoques (hay veces que puedo tirarme tres meses dándole vueltas a una frase para pulirla y dejarla perfecta y cambiarla un millón de veces buscando que quede lo más pefecta en  forma y fondo que esa frase pueda ser y otras que prefiero aceptar algo muy imperfecto si considero que perdería algo importante al retocar y retocar, no sé, es así como yo lo veo). Luego con la guitarra encajé aquella letra intentando que tuviera ese poso de tristeza que tanto envidio en las composiciones de José Alfredo, aunque evidentemente, no es mi rollo ni lo domino, ni siquiera se parece a ese tipo de canciones, pero fue lo que me inspiró. Entonces vi que a aquello le faltaba algo. Y lo que le faltaba, por suerte, lo tenía muy a mano. Aquella canción pedía a gritos el acordeón de mi amiga Isabel Latorre. Isabel tocaba el teclado conmigo en una orquesta hace años y luego la batería en The Sheenas. Tengo muy buena comunicación con ella, la quiero como amiga y la admiro como músico y compositora, porque es increíble. Toca el piano, el acordeón, la batería, el bajo (y casi cualquier cosa con la que tontee media hora) y además hace unos coros brutales. Y encima es la persona con la que he tocado en más combinaciones (ella al teclado y yo a la voz, ella al teclado y yo al bajo, ella a la batería y yo a la guitarra, ella a la batería y yo a la voz, ella al bajo y yo a la batería... y unas cuantas más). Le conté la movida y se apuntó en seguida. Le pasé una maqueta y en muy poco tiempo tenía un arreglo impresionante que en realidad no considero arreglo, sino pura composición. Yo empecé el tema y ella lo terminó. Ahora sí, ahora la canción estaba en el punto que necesitaba estar y sonaba como estaba en mi cabeza -de hecho, mucho mejor-. A Sergi le encantó y no nos corrigió absolutamente nada, le pareció bien cómo estaba. Además, Isabel compuso otra canción instrumental para el documental, inspirada en esta, una obra que le quedó preciosa, como casi todo lo que ella compone y toca.

La grabamos en un pueblo súper acogedor, en un estudio en medio del monte, con el acordeón centenario que Isabel heredó de su abuelo y que suena, precisamente, a otra época, y aunque, a título personal, no estoy del todo satisfecha con mi parte, la canción quedó bien bonita (me hubiera gustado grabarla mejor, pero no es un estilo que domine y además no tenía un buen día como cantante, esos días en los que simplemente, tu voz no sale como te gustaría).
Con Sergi e Isabel, el día que grabamos la canción.
Después llegó el estreno, ver el documental terminado... Es tan bonito y tan increíble lo que ha hecho Sergi que jamás tuve ninguna duda de que aquello iba a llegar lejos. Una historia así no podía pasar desapercibida. Todo el trabajo que Sergi había hecho para darle voz a aquellas cartas no iba a quedarse sin más en el olvido. Y así está siendo. El 7 de febrero sabremos si este documental gana un Goya, cosa que merece y que espero que suceda, pero en cualquier caso, y aunque suene tópico, ya hemos ganado un montón de cosas sólo por participar en esta historia tan fascinante.

Aquí  está la canción, en su versión reducida (la que sale en los créditos) y también la instrumental de Isabel, aquí podéis ver un vídeo de la grabación y aquí la página de los premios Goya donde aparece la nominación.