lunes, 28 de marzo de 2016

35

Voy a cumplir 35 años en un par de semanas. No sé muy bien cómo ha pasado pero casi de repente, ha sucedido. Yo, que tenía a los 20 cogidos por el cuello, estaba tan cómoda en ellos que no me planteé que pudieran escaparse tan sigilosos, casi sin darme cuenta. No es que haya habido grandes cambios, pero desde aquí, ver algunos posos  que ha dejado el tiempo es casi inevitable. Aunque no quiera, aunque haya puesto todo mi esfuerzo en que esto no suceda, de alguna manera he crecido, aunque sea por la mera exposición, por el simple pasar de los días.

Hace 20 años (dios mío, 20 años), que decidí que quería cantar en un grupo de rock. Lo escribí en mi diario (qué tiempos) y decidí que iba a hacerlo. El camino, teniendo en cuenta el punto desde el que partía, fue complicadísimo. Aprender sin profesores, robarle los acordes a aquella chica que tocaba en misa, conseguir una guitarra rota, cambiar las primeras cuerdas, conseguir discos, encontrar a  alguien que nos dijera cómo se hacía, creer que a pesar de no tener ni idea, tenía que perseverar, que no importaba que me dijeran que no, salir de aquel pueblo, adquirir un micrófono, encontrar otras personas que quisieran ser músicos, dejar de ser la rara, encontrar más raros, celebrar la rareza…

Ahora resulta todo más sencillo, más automático, pero hay algo que sigue intacto 20 años después: la intuición de que esto es importante. Hacer música, gritar, buscar el límite donde acaba mi voz, rellenar los huecos que deja la rutina con la guitarra; la sensación de que la respuesta a “¿pero qué sentido tiene todo esto?” es exactamente esto, o al menos la música suena tan alto que ensordece esa pregunta -y todas las demás-. Dejar pasar el tiempo haciendo algo que me gusta, algo que tiene sentido por sí mismo es un buen motivo, seguir buscando la mejor canción del mundo, esa que está ahí  todavía, escondida en los trastes de mi guitarra. Encontrarla es lo de menos, morir buscándola es lo importante.

Crecer también ha sido, inevitablemente, decepcionarse, abandonar en parte y muy a mi pesar, conceptos que creía inamovibles: la amistad, la lealtad, la inocencia, que la gente es buena, que si tratas bien, te tratan bien, que si no engañas, no te engañan, que si das, recibes, que si eres bueno te irá bien, que si piensas en los demás, los demás pensarán en ti, que si te va bien sin meterte con nadie, nadie se meterá contigo, que hay que ayudar, que si todos pensamos en todos, la cosa funciona, yo te ayudo, tú me ayudas, todos ganamos.  Vaya, qué estúpida. Lo cierto es que ha costado, pero al final lo han conseguido. Todos aquellos que tantas veces me dijeron “te llevarás algunas hostias” o “el mundo está lleno de hijos de puta”, lo han conseguido. Apuntaos el tanto. Teníais razón. He perdido, no pasa nada. A la mierda la inocencia. Me gustaría que esto no fuera así, pero al final uno tiene que rendirse a la evidencia. La experiencia enseña cosas buenas,  pero también te arranca partes que, si bien, ahora sabes que eran mentira, al menos eran más bonitas. Ojalá creyera, como creía antes, que (casi) todo el mundo es bueno. Que hay algunos locos, algunos enfermos y algunos malvados, pero mayoritariamente la gente es buena. De eso nada. Cuando tienes demasiadas cicatrices, huellas, marcas, puñaladas, aprendes a protegerte. A la fuerza ahorcan. Seré amable, te trataré bien, trataré de ayudarte, no hay ningún motivo para tratar mal a nadie, pero te va a resultar difícil llegar a conocerme de verdad. Ahora me cuido más de a quién doy todo. No voy a darte, así como así, el poder para que más adelante me destroces. Mera protección. Sad but true. Eso sí, si tienes 20 años y crees en lo mismo que creía yo, no me hagas ni puto caso. Hace más falta la gente como tú que la gente como yo; gente que crea, que confíe, que ame sin miedo, que se lance. Que nos den a los decepcionados, no aportamos nada. Que nos jodan con nuestro discurso de “la gente es mala”. Seguramente ahora nosotros también somos “la gente”.

Lo bueno de crecer y decepcionarse es que de repente, las pocas personas que de verdad han tenido poder para destrozarte y no lo han hecho jamás, pasan a ser una especie de tesoro que multiplica su valor al máximo. Y de repente entiendes que prefieres pasar más tiempo con ellas, compartir más cosas con ellos, dejar de regalar tu tiempo a un montón de desconocidos y centrarte en esas personas. Ese tópico tan manido de “calidad antes que cantidad”. Pues eso. Qué coñazo, al final era verdad. Qué de los 30  suena todo esto ¿no?

Lo que también ha cambiado, en este caso para bien, es mi convicción frente a lo que me gusta. Ya no me importa absolutamente nada cuán extraño le resulte a quien sea que me guste leer, que me gusten los cómics, los zombies, los superhéroes, la música, los instrumentos musicales, el merchandising de Star Wars, Rocky Horror Picture Show, los dinosaurios, los robots, los ovnis, los monstruos gigantes, debatir durante horas si realmente los putos ewooks pueden enfrentarse al Imperio con un par de troncos, acabar gritando en una discusión con alguien sobre el episodio VII, la serie B…  No me importa cómo de extraño pienses que es que me tome en serio a la criatura del pantano. Para mí, esto es serio. Reírme es serio, tener un nudo en el estómago por un estreno es serio, los conciertos en primera fila son algo serio, llorar de la emoción por entrar en mi iglesia románica favorita es serio.  Me gustan estas cosas desde hace mucho tiempo. El suficiente como para saber que si opinas que no tengo edad para Batman, me gusta mil veces más Batman de lo que nunca me vas a gustar tú. Si crees que con la edad hay que dejar de hacer ciertas cosas que nos gustan porque “hay que madurar”, no voy a perder ni un segundo contigo. Si te lo tengo que explicar es porque no lo vas a entender. Llámame freakie, ahora ya no me suena ofensivo. Algunos insultos, a esta edad, me suenan a gloria según de quién vengan. Sería horrible si algunas personas consideraran que no soy una freakie.

A los 35 ya he cumplido todos los sueños que tenía a los 15. No es porque haya tenido mucha suerte o porque haya peleado realmente duro. Es que tenía sueños bastante sencillos: huir del sitio en que nací, cantar, tener una guitarra eléctrica de verdad,  ser capaz de dar algún concierto, ir a la universidad, viajar, encontrar gente que fuera como yo, tener un gato, escribir, publicar alguna cosa. He hecho todo eso y lo he hecho con muchísima más intensidad de la que jamás me hubiera permitido imaginar. Por el camino, además, me he enamorado unas cuantas veces, he conocido a gente increíble en situaciones increíbles, he tenido unas cuantas guitarras, me he hecho tatuajes, me he hecho tatuajes tapando otros tatuajes (hay que vivirlo, señores), me han roto el corazón, me han dejado cicatrices en el alma que jamás van a desaparecer, he grabado algunos discos, he gritado más alto de lo que jamás creí que sería capaz, he conseguido que algunas personas creyeran en mí, he conseguido molestar a más de uno (esto es básico), he tenido bajo mis pies el suelo donde han sucedido algunas de las cosas más importantes de la historia, he cantado en portugués, he tocado en perfumerías, he publicado un relato en un libro, he escrito un cómic, he teloneado a algunos de mis ídolos, he cantado con algunos de mis ídolos, he conseguido (de esto hace sólo unas semanas) sacar, por fin, una matrícula de honor en un examen, he superado algunos miedos y me he agenciado otros, he sentido tanta frustración como se puede, la he cagado muchísimo, me he portado como una imbécil, he aprendido a cocinar de la hostia, he aprendido idiomas que jamás creí que aprendería, he llorado, también no he llorado cuando sentía ganas de hacerlo durante semanas enteras y he conseguido no hacerlo, no sé muy bien por qué motivo o atendiendo a qué orgullo. He reído, he reído muchísimo y he hecho reír a muchas personas, he tenido ganas de morirme y también, en más de una ocasión, he tenido ganas de matar.

Lo normal.

martes, 23 de febrero de 2016

Donde no duelas


¡Hola!
Hace poco Gran Quivira hemos editado nuestro primer E. P. Se llama "Las dos caras" y no habla de Harvey Dent (aunque molaría bastante). Lo podéis escuchar en Spotify aquí: https://open.spotify.com/album/4OGF9nbOg3SJj9A0fXh6dS

Se me ha ocurrido compartir algunos textos que tengo que tienen que ver con las canciones. Algunos son anteriores a ellas y las letras vienen de ellos, otros vinieron después, pero todos tienen relación con la canción a la que hacen referencia, aunque no se trata de una relación directa, no es una ampliación de la letra sin más. En fin, molaría que lo leyerais mientras escucháis la cancion en cuestión.  Además incluyo alguna foto del sitio en cuestión, que no es otro que el que sale en la portada del E.P.

 Ahí va "Donde no duelas" (aquí la canción https://open.spotify.com/track/1qVi8cinUlGRRU5mwtm7Om). En esta canción tuvimos el honor de contar con la trompeta de Francisco Hickowski, que además de un músico increíble es un gran amigo al que adoramos. Un placer contar con él.
----
 


 Hay un lugar donde no dueles. Un lugar  que elimina tu efecto en mí, te anula, te adormece. Impide que sigas hurgando en mi interior. Allí no puedes hacerme nada. Existes en calma y ocupas, por fin, el lugar que te corresponde en mí. Un pedazo de mi historia acomodado entre los demás recuerdos de manera neutra, sin valencia. Puedo mirarte, casi tocarte, entenderte, sin sentir ese dolor agudo pinzándome el alma hasta hacerme caer al suelo.

El único problema es que eso sólo sucede allí. Voy todas las tardes, me apoyo contra la pared de la estación y miro a los árboles. Y entonces noto el efecto, noto la anestesia recorriendo todas y cada una de mis células, eliminado todo rasgo de dolor. Y yo sólo respiro. Respiro como fin, no como medio. Existo, formo parte, pero no necesito hacer nada, y nada duele. Soy como el árbol al que miro fijamente hasta que estoy completamente en calma. Después pienso en ti y disfruto de tenerte en mis recuerdos sin sentir el dolor que te acompaña siempre. Por fin puedo hacerlo. Pienso en ti y sonrío. Me siento feliz de haberte conocido.

Cuando el sol cae me levanto y me marcho, y entonces, mientras recorro el camino en sentido inverso, noto cómo el efecto desaparece con cada paso que me aleja de allí. Vuelvo a sentirte inundando cada maldito rincón de mi cuerpo y hasta que el dolor se estabiliza, apenas puedo respirar. Aun así, vale la pena.

He pensado en llamarte y llevarte allí conmigo con cualquier excusa. Quizá si pisas ese suelo el dolor desaparezca para siempre… O quizás sea el efecto lo que desaparezca para siempre, y no sé si podría vivir si no pudiera ir cada tarde a olvidarme un rato de ti.


martes, 9 de febrero de 2016

¡Un año sin fumar!

Hoy cumplo un año sin fumar. Quizás no parezca gran cosa, pero para mí es importantísimo. Quería contar mi experiencia por varios motivos, pero sobretodo porque a mí me costó entender algunas cosas que me han pasado y sobre las que no encontré demasiada información. Quizás a alguien pueda servirle mi experiencia para no entrar en el bucle paranoico en el que entré yo o simplemente para sentirse apoyado en el proceso.

Mi historia con el tabaco es larga. Empecé a fumar a los 14 y lo dejé con 33. Fumaba un paquete al día y los fines de semana más. Nada que haya probado en mi vida me ha enganchado tanto. Me sentía muy dependiente y fumaba con bastante compulsividad. Si me quedaba sin tabaco me entraba ansiedad y era capaz de recorrer los kilómetros que hiciera falta, andando, de noche, en busca de una cajetilla. Hubiera atravesado Mordor entero si hubiese hecho falta. No era de esas personas que fuman sólo en según qué situaciones o cuya relación con la sustancia no es de total adicción. No. Yo me sentía absolutamente enganchada. Eso fue lo primero que me tocó aceptar: que el tabaco era una adicción de verdad. Que yo era una adicta en proceso de desintoxicación y eso conllevaba lo mismo, exactamente, que dejar cualquier otra sustancia. Yo no era distinta a un alcohólico o un cocainómano. Quizá parezca una tontería, pero a mí me vino muy guay aceptarlo desde el primer momento. Las primeras semanas tuve temblores, sudores fríos, me despertaba por las noche empapada en sudor... el mono, con todo lo que eso conlleva. Mucha gente no tiene estos síntomas, pero yo sí los tuve. Para mí fue curioso, a pesar de que lo pasé muy mal, vivir un proceso de síndrome de abstinencia. Me resultó interesante. Jamás creí que viviría algo así.

Decidí dejarlo sin darle muchas vueltas. Simplemente ya empezaba a tener muchas secuelas: tosía constantemente, respiraba mal, me agotaba en seguida, etc. Tenía en mente que debía dejarlo  desde hacía mucho tiempo, pero no quería escuchar esa voz que me lo decía porque me daba muchísima pereza enfrentarme a ello, pero una mañana sucedió algo que me hizo tomar la decisión. Bajé del metro para ir a trabajar a las ocho de la mañana y me dio un ataque de tos, pero no uno cualquiera. Tosía tanto que me empecé a asfixiar. Y tuve la sensación absolutamente real de que me faltaba el aire, de que estaba muriendo. Fue horrible. Tosí tanto y tan fuerte que empecé a vomitar mientras tosía y peleaba por intentar inhalar algo de oxígeno. Fue asqueroso. Sentí que me iba a morir allí, sin aire, asfixiada con mi propio vómito, como Bon Scott, pero sobria y despierta. Sentí vergüenza de mí misma, de estar en un estado tan lamentable por mi propia culpa. Llegué al trabajo. Casualmente todos mis compañeros fumadores estaban diciendo que querían dejar de fumar a la vez. Pusieron una fecha y me uní a la causa. La fecha era el día 9 de febrero, lunes. A mí me pillaba en plenos exámenes y la verdad, la idea de estudiar sin fumar me parecía una locura, pero pensé que jamás iba a ser un buen día para dejarlo, así que esa fecha me valía. En realidad no tenía ninguna esperanza de lograrlo, pero por lo menos si en el trabajo todos dejábamos de fumar, iba a ser un apoyo. Pensé que bueno, si conseguía aguantar unos días sin fumar, pues ya era algo.

Llegó el día y no fumé. Me planteé no pensar más allá del siguiente día. Pensaba "hoy no voy a fumar, pero mañana si quiero, vuelvo y ya está". La gente a mi alrededor estaba bastante sorprendida y sé que nadie daba un duro porque yo consiguiera dejarlo. Algunas personas incluso me dijeron que no lo iba a conseguir. Como os digo, yo era muy adicta y eso es algo que saltaba a la vista de las personas que me conocen. Aunque también deberían saber que además de ser una adicta al tabaco, tengo una fuerza de voluntad bastante inquebrantable y cuando alguien me dice "tú no puedes hacer esto", automáticamente mi motivación se multiplica por mil para lograrlo. Evita decirme que no puedo hacer algo si no quieres verme hacerlo.

El primer día fue más o menos fácil. A los dos días empezó el mono. Yo estaba en el sofá estudiando y de repente empecé a temblar. Me parecía muy surrealista pero a la vez me hacía tomar conciencia de dónde estaba, de que mi cuerpo estaba viviendo un proceso y que esto era algo serio. Y eso me dio fuerzas. Sentía, además, una energía increíble y no podía parar de moverme. Ordené mis camisetas de grupos por orden alfabético, reorganicé mi habitación, anduve kilómetros por el pasillo de mi casa... Era como si no pudiera estar quieta. Y en alguien como yo, que ya soy muy activa de por sí, era un poco desquiciante. Pasó una semana y los compañeros de trabajo empezaron a caer. Alguno empezó a  fumar de nuevo. Yo en cambio empezaba a sentirme orgullosa, a sentirme fuerte, a sentir que si podía con esto, iba a sentirme la persona más poderosa del mundo. Y me recreé en esa sensación de pensar que yo podía, que lo iba a lograr, y me enganché al poder que sentía. Además pensaba que si ya había pasado lo peor, era de ser muy tonta volver a caer.

Decidí no dejarme llevar por la ansiedad y comer como un oso, aunque ganas no me faltaban, porque no me apetecía engordar 20 kilos, así que intenté canalizar la ansiedad bebiendo té (que no es muy lógico, ya lo sé XD). Aproveché también para intentar comer mejor. Ya que estaba en el proceso de dejar de fumar, intenté hacer que fuera algo más extensivo y se ampliara a una vida más saludable en general.

Cada día era una batalla y a veces me agotaba y pensaba "si esto va a ser siempre así, no sé cuánto voy a poder aguantar". No le pedí a nadie que dejara de fumar delante de mí. Incluso en mi casa, mis amigos siguieron fumando. No quería una burbuja construida a mi alrededor, quería enfrentarme al mundo tal y como era. Tampoco quise tomar pastillas o cualquier otra cosa. No quería gastarme la pasta que valen y además, empezaba a estar seriamente enganchada, como os decía, a la sensación de poder. Cuando me entraba el ataque y quería fumar a toda costa, sólo pensaba "ok, quiero fumar, pero no lo voy a hacer y ya está". Me levantaba y andaba por mi casa, por la calle, donde fuera, pero estar en movimiento me ayudaba a que pasara el mono. Normalmente los ataques fuertes duraban unos 10 minutos, así que tampoco era tan difícil. Sí, lo pasaba mal, pero joder, podía aguantarlo. Sabía que aunque en ese instante aquello fuera tan grande, en 10 minutos iba a volver a un estado de mono soportable. Cuando cumplí un mes no podía creerlo. Sabía que había cruzado una frontera, que lo más difícil ya estaba hecho. Vaya tela, no podía creer que hubiera sido capaz.

Pasaron los meses y entonces llegó lo peor. Me habían advertido que durante los primeros meses era normal tener más resfriados y más dolencias en la garganta de lo habitual (lo llaman "quitters flu" y tiene que ver, por lo que he leído, con el proceso por el que tu cuerpo vuelve a generar las defensas en tu garganta que suplía el tabaco -al ser tóxico cumple la función de las defensas, pero las elimina, así que cuando dejas de fumar, tu cuerpo debe volver a generarlas-). La verdad es que durante los tres primeros meses ni me enteré.  Estaba tan focalizada en el propio proceso que si estuve más resfriada no lo noté, pero justo desde el tercer fue horrible. Estaba constantemente afónica, cogía un resfriado cada quince días, tenía faringitis constantemente y mi voz se agotaba a los 15 minutos de estar cantando. Tomaba vitaminas, todo tipo de infusiones, propóleo, equinácea... Probé todo (y cuando digo todo, quiero decir absolutamente todo lo que hay en el mercado para ayudar a las defensas y para las afecciones de garganta) y nada parecía funcionar. Soy cantante y tener mi voz en orden es fundamental. Esto fue, sin duda, lo peor, sentir que mi voz no funcionaba, que estaba enferma constantemente. Dimos el primer bolo de Gran Quivira y yo estaba ronca como no lo he estado nunca. Pude hacer el concierto y al ser la primera vez que tocábamos las canciones en directo, nadie las conocía y eso me relajó.  Salvé el bolo gracias a modificar todas las melodías moviéndome a un registro cómodo, a las clases de canto y a mis dos amigas Merche y Olaya, que vinieron a hacerme coros y me envolvieron con sus maravillosas voces (¡Gracias, guapas! Os debo una). Lo salvé, pero me sentía muy frustrada y muy jodida. He hecho muchísimos bolos de cuatro horas en mi vida cuando trabajaba en orquestas y estoy muy acostumbrada a dar bolos de rock en situaciones acústicas terribles. Y de repente, cantar 40 minutos era una odisea. Uffff

Me volví loca buscando información pero en todas partes hablaban de ese maldito periodo de tres meses. Cuando llevaba 10 meses sin fumar pregunté en facebook por este tema y un montón de gente me contó que había pasado por lo mismo, que en realidad ese "quitters flu"  (gracias Mara, por chivarme el nombre de lo que me pasaba) suele durar entre un año y un año y medio. Y me relajé mucho. Saber que era normal, que a más gente le pasaba, me vino genial porque como os digo, en internet siempre hacían referencia a esos tres/cuatro meses y yo me estaba desesperando. Así que no, no son tres meses. El proceso es muchísimo más largo, casi siempre. Y estaría bien que hubiera información sobre esto. Entiendo que puede ser desmotivante y puede hacer que mucha gente, especialmente cantantes, no dejen de fumar, pero yo pienso que hay que tener la información. Si yo lo hubiera sabido, seguramente hubiera cantado, aun jodida, mucho más relajada, sin la ansiedad asociada a no saber qué me estaba pasando, Llevo muchos años cantando y sé de sobra que se puede cantar estando afónico, lo he hecho muchas veces, la técnica sirve para eso. Sufres, pero lo sacas adelante. Pero si al menos hubiera sabido lo que me pasaba y que era normal, me hubiera ahorrado muchísimo sufrimiento psicológico. Tampoco me ayudaron algunos "consejos" de personas que te dicen cosas como "ahora tienes que aprender a cantar de nuevo porque tu cuerpo ha cambiado y lo que sabes ya no vale" creándote aún más ansiedad y una sensación de que todo tu mundo se desmorona que no ayuda en absoluto o "eso es psicológico". Porque es falso. Se trata de darle a tu cuerpo un poco de margen para que se vuelva a regular con normalidad y ya está. No tienes que aprender nada nuevo ni es psicológico (me alucina la facilidad con que la gente utiliza la frase "eso es psicológico" y automáticamente creen que tu problema se va a solucionar). Ahora que todo empieza a pasar, tengo la voz más en forma de lo que la he tenido nunca. ¿Ha valido la pena? Sin duda alguna. Volvería a pasarme un año con la voz muy inestable sólo para tenerla como ahora. Pero insisto: ojalá hubiera sabido que sólo era cuestión de paciencia, porque llegué a estar muy muy jodida por culpa de esto.

También, como efecto negativo está el hecho de que engordé. Sí. Aun comiendo mejor y estando más activa, he engordado. Más o menos unos 7 kilos. aunque sólo me he pesado una vez este año y no lo voy a hacer más porque no quiero sentir más ansiedad ni agobiarme con el tema. Es normal, por lo que he leído el tabaco acelera el metabolismo y el hecho de dejar de fumar engorda al ralentizarse este. Si además hubiera comido por ansiedad todo lo que me apetecía comer imagino que esos 7 kilos serían 15 ó 20 fácilmente. Esto ha sido bastante duro porque yo siempre he pesado lo mismo, uso la misma ropa que hace 10 años y de repente eso ha cambiado. No mucho, porque 7 kilos en alguien de 1.70 no es un exceso ni se nota demasiado, pero  yo lo noto y no me gusta. Me gusta ser como he sido siempre. Mis vaqueros anchos ahora son mis vaqueros muy ceñidos xD.  Lo peor es la sensación de descontrol, de que tu cuerpo está actuando por su cuenta y no responde demasiado a la lógica. He hablado de esto con mucha gente que lo ha vivido y todos coinciden en que tu cuerpo "se vuelve loco" y no actúa con normalidad (también conozco a gente que ha adelgazado al dejar de fumar, y cuando digo gente quiero decir UNA persona, xD). Pero tampoco voy a obsesionarme, ya se irán. Estoy haciendo más ejercicio y sigo comiendo mejor. He leído que aproximadamente un año o año y medio después de dejar de fumar, lo normal es que esos kilos se vayan y tu metabolismo vuelva a funcionar con normalidad, aunque algunas personas no adelgazan esos kilos "porque sí" y les toca quitárselos con mucho esfuerzo. A mí me da mucha pereza la idea de hacer dieta porque no lo he hecho nunca, jamás he tenido que mirar lo que como y me encanta, Pero sí me gustaría volver a mi peso normal, al cuerpo al que estoy acostumbrada. Paciencia. A ver qué pasa. Pero sí, hay que saber que esto es así y que pasa, aunque no a todo el mundo nos afecta igual. A mí me ha servido para darme cuenta de cómo afecta el tabaco, de que está relacionado con todo lo que pasa en mi cuerpo, de lo realmente importante que es el hecho de fumar. A mí me ha motivado a seguir sin fumar, quiero que mi cuerpo funcione sin ninguna sustancia ajena colándose en cada proceso. Creo que no contar las cosas "malas" de dejar de fumar sólo porque pueden desalentar es una tontería. Insisto, somos adultos. Si por engordar 7 kilos renuncias a dejar de fumar, con todas las ventajas que esto tiene sobre tu salud, creo que tienes problemas más jodidos que el tabaquismo.

Por lo demás, obviamente dejarlo ha tenido cosas MUY buenas. La primera y más notoria para mi fue dejar de toser. No era consciente de lo que tosía hasta que dejé de fumar. Joder ¡se puede estar varios días seguidos sin toser! No lo sabía, para mí toser era algo tan habitual que no me había dado cuenta de lo molesto que es hasta que he dejado de hacerlo. La lista de beneficios es larga: los sabores (comer mola mucho más, lo que también es un peligro), los olores (no entiendo que la gente me hablara si yo olía como huelo ahora a los fumadores xD), la capacidad respiratoria, poder andar sin sentirme agotada, tengo más energía, mi piel está muchísimo mejor, me ahorro mucho dinero... Pero sobretodo, destacaría  la libertad. Para mí, sentirme libre ha sido increíble. No tengo que pensar si tengo o no tabaco, si tengo suficiente, si tengo que elegir sentarme fuera en un restaurante aunque haga frío, ni salir a fumar a la puerta de ningún sitio a pasar frío como una imbécil mientras fumo tiritando. En serio, no era consciente de lo esclava que era hasta ahora. Es una sensación muy muy guay. También destacaría la importancia que esto ha tenido sobre mi autoestima, la sensación de poder de la que os hablaba. Ahora sé que puedo conseguir cualquier cosa, me siento invencible, me siento muy poderosa. Cuando veo a alguien fumando y pienso que yo he conseguido dejarlo con lo adicta que he sido, me siento genial. Además están los efectos a largo plazo, la mejoría para la salud, reducir las posibilidades de tener cáncer, etc.

Y ya para acabar, si os preguntáis que trucos o métodos he usado, os cuento. A mí el famoso libro de Alen Carr no me sirve para nada. Conozco gente a la que le ha ido muy bien, pero no es mi caso. Simplemente conmigo no funciona. Y mira que me han insistido, pero no. Lo leí hace años y me pareció una gilipollez. Nada que no supiera ya y ningún efecto mágico que me hiciera de repente no sentir ganas de fumar. Envidio a quien le vaya bien, pero no es mi caso. A mí me ha funcionado lo siguiente:

- Ser consciente de que es imposible dejar de fumar sin pasarlo mal (para mí, al menos). Y que no pasa nada por pasarlo mal un poco. La gente tiene mucho miedo a esto y toman pastillas y buscan remedios mágicos porque quieren dejar de fumar sin enterarse, sin sufrir, quieren que algo externo "les quite" del tabaco. Y a ver, que no pasa nada por sufrir un poco. La vida también es esto. A mí la ansiedad, el mono y el sufrimiento me han ayudado a situarme en el proceso y a saber a lo que me enfrentaba, Y la verdad, el nivel más alto de sufrimiento sigue siendo perfectamente soportable. Vivir mi desintoxicación, sentir cada etapa del proceso, me ha resultado algo curioso, interesante.  De verdad, diría que me ha ayudado a tomar una posición activa frente a la sustancia, me ha hecho fuerte. Creo que a algunas personas les será súper fácil dejar de fumar gracias a la hipnosis, el libro, un láser o lo que sea, vale, genial (os envidio mucho xD). Pero la mayoría tenemos que, simplemente, ser nosotros los que tengamos el control sobre abandonar este hábito. Y si eso implica un poco de ansiedad, vale, no se acaba el mundo, no es tan grave, de verdad.

- No dar ni una calada. Ni una. Sin concesiones. Soy psicóloga y sé cómo funcionan estas cosas. No hay excusa, o lo dejas o no lo dejas, pero dar una calada es retroceder y aumentar todavía más el sufrimiento, volver atrás. Ni una. Punto. Las excusas del tipo "vuelvo pero sólo me fumo dos cigarros los fines de semana" me parecen eso, excusas. Si eres un adicto, las probabilidades de que puedas pasar a ser un fumador social de fin de semana son muy escasas. Puedes controlarlo un tiempo, viviendo sucesivas recaídas de fin de semana y mono entre semana. Pero de verdad, me parece increíblemente más sufrido y terrible eso que pasarlo de una vez. Qué pereza, en serio. No te engañes. Eres lo que eres: un adicto. Nadie deja de ser alcohólico bebiendo un poquito los fines de semana, ni de ser cocainómano esnifando sólo unas rayas de vez en cuando. No funciona así.

- Pensar que por muy mal que lo pase, a los diez minutos se acaba. Cuando me entraban los "ataques" de mono pensaba eso: "en diez minutos se pasa". Y se pasaban.

- Saber que soy la parte activa. Igual parece una chorrada, pero yo pensaba "ok, por muchas ganas que tenga, por muy mal que lo pase, por muchas excusas que mi cerebro invente, mientras YO no coja el cigarro y lo meta en mi boca, no pasa nada." Suena obvio pero para mí era un mantra.

- Hacerme regalos.  Como dejar de fumar implica que de repente tienes un dinero extra, me prometía regalos que de normal no me compraría porque me parecen tonterías o caprichos pero que me apetecía tener. "Si llego a un mes, me compro esto", "Si aguanto tres meses, me compro aquello". Cosas como ropa, maquillaje, etc... Cosas que me gustan pero que normalmente me limito porque no son necesarias (los cómics, los instrumentos musicales y las cosas de Star Wars SÍ son necesarios, así que no los cuento como "caprichos" eso es necesidad y ya asigno a ello parte de mi presupuesto).  La verdad es que me venía genial, pensaba "vaya tela ¡puedo permitirme un montón de caprichos!" (y ¿quién no necesita un nuevo labial?). Y así es como en un año he pasado de tener 5 pintalabios a tener ¡50! Locura total (ahora tengo un nuevo problema de adicción, más sano pero igualmente problema XD, hola amigas, hablemos de ello).

Así que, amigos fumadores que queréis dejarlo y pensáis que no podéis. Podéis. Y no es para tanto. Se pasa muy mal, pero nada que no puedas soportar. No hay excusas. Suena a autoayuda barata, pero si quieres, puedes. Si no lo dejas es porque no quieres. Y no pasa nada. Yo no he querido en 20 años. Pero las cosas son como son. Que no te asuste un poco de sufrimiento. Has venido aquí también a eso, es inevitable. A veces hay que pasarlo un poco mal. Y a veces, como en este caso, se pasa mal a corto plazo para estar mejor, para que un día no pienses "me voy a morir jóven entre horribles sufrimientos y sólo por mi culpa".  De eso va la vida también ¿no?

lunes, 18 de enero de 2016

Algunos consejos

¡Hola!

Si hay algo que no me gusta es que me den consejos que no he pedido, pero esta vez voy a saltarme la regla y voy a escribir algunas recomendaciones a la hora de promocionar a un grupo de música. Después de muchos años creo que he aprendido algunas cosas que a lo mejor a alguien que empieza le pueden venir bien. No me considero una experta en nada, pero sí que soy observadora y he comprobado que estas cosas a mí me funcionan, y por supuesto, muchas de ellas las he aprendido después de meter la pata hasta el fondo y de hacerlo todo mal, faltaría más. Y seguro que tengo muchísimo que mejorar, en ello estamos, pero si le sirve a alguien ¡genial!

1. No hagas spam. Esto es básico, pero sin embargo veo que muchísima gente se lo salta. No satures con información. Aplicado a redes sociales, esto podría resumirse en: no etiquetes a la gente en un cartel de tu banda (la función de las etiquetas es otra), no dejes publicidad en los muros de la gente (la función del muro de facebook es otra) y no envíes publicidad por mensajes privados. Tampoco le pidas a nadie (a nadie que no sea tu amigo, se entiende) que por favor comparta un vídeo o lo que sea de tu grupo. La gente lo compartirá si así lo desea, pero acosar con privados a alguien que tiene muchos contactos para que comparta algo tuyo no es una buena estrategia.

En resumen: facebook es una muy buena herramienta de promoción pero sólo si lo usas bien. No olvides que es una red personal, y a la gente no le gusta que utilicen sus redes personales para funciones promocionales o publicitarias. Hazte una página y da la información desde ella. Si llegas a poca gente, paciencia. Poco a poco irás llegando a más si haces las cosas bien. No siempre más significa más y de verdad que a veces es contraproducente generar demasiada información en los canales no adecuados. Hay bandas que son conocidas por lo pesadas que son y no, no es una buena publicidad.

2. Escribe bien y en el registro adecuado. Esto también me parece una obviedad pero no está de más recordarlo. En tu página de facebook o en twitter puedes utilizar un registro  informal para comunicarte con tus seguidores, pero si vas a escribir una nota de prensa, intenta que sea en un tono serio (a no ser, evidentemente, que el humor tenga un papel destacado en tu grupo o algo así). En realidad , más que serio, la palabra sería "adecuado". Huelga decir que cualquier información que des, independientemente del registro que utilices, debería estar bien redactada y sin faltas de ortografía. Si no sabes redactar una nota de prensa, en internet puedes encontrar cientos de ejemplos: fíjate y aprende. Y si aun así, consideras que nadie en tu banda puede hacerlo bien (no pasa nada, no todo el mundo sabe redactar) pídeselo a alguien que sí que sepa. Esto es muy importante. Cuando estás tratando de asomar la cabeza, además de tu música, tus palabras también son parte de tu imagen. Una noticia enviada sin el formato adecuado, llena de faltas de ortografía y con frases inconexas o incomprensibles no invita en absoluto a ser difundida por ningún medio.

3. Sé profesional, por favor. Está muy bien leer en las biografías de Motley Crüe cómo destrozaban los camerinos o que Axl Rose se retrase tres horas (bueno, en realidad no está bien) pero la realidad es distinta. Si cuando vas a una sala llegas tarde y borracho, sin el equipo apropiado, eres maleducado en la prueba de sonido, tratas mal a la gente que trabaja allí, dejas el camerino hecho un desastre, no te despides de la gente ni agradeces que te traten bien, es lógico y normal que no den ganas de llamarte más. Haz bien todo lo que esté en tu mano hacer bien: ser puntual, ser educado, ser amable y ser responsable. Quizás en unos meses toque en esa sala una banda importante y le pidan al dueño un telonero local. Da por hecho que llamarán a alguien que no sólo toque bien, sino con quien se pueda trabajar a gusto. Este paso es MUY importante. He conocido a bandas muy poco profesionales que siempre andan quejándose de que no les dan oportunidades y que se las dan a otros que "a saber cómo lo consiguen". No, lo siento, no hay conspiraciones ni sucias tretas. Hay gente profesional y gente con la que es imposible trabajar por muy bien que toquen. No olvides que por muy buen músico que seas, nadie que trabaje contigo merece aguantar malas maneras, tonterías ni poses de estrella del rock que se cree por encima del resto de la humanidad sólo porque toca bien un instrumento (o cree que lo toca bien). Sé una estrella del rock en el escenario, en lo que dure tu concierto. Después, simplemente sé un buen profesional y una persona amable.

4. Sé respetuoso con la escena. Esta me parece clave también. Cuida tu escena, preocúpate por conocer a las otras bandas que están luchando por lo mismo que tú, ve a conciertos, relaciónate, aprende de los demás, une fuerzas, haz hermandad y disfruta de los buenos momentos que esto te va a proporcionar porque, aunque ojalá llegues muy lejos, hay una probabilidad muy alta de que tu sueldo en el rock se cuente en recuerdos bonitos, en grandes momentos personales, noches divertidísimas y amigos que hagas por el camino. No seas envidioso, no cuestiones a nadie, no critiques a otras bandas (al final todo se sabe) y no vayas dando puñaladas por la espalda o poniendo zancadillas a lo Showgirl. A nadie le ha funcionado esto nunca. Que intentes  que a alguien le vaya mal poniéndole trabas o criticándole, jamás va a repercutir en que a ti te vaya mejor. Si alguien consigue algo, que tú cuestiones lo que ha conseguido o si lo merece o no, no va a aportarte nada bueno. Si alguien que tú consideras que es muy malo consigue algo muy importante que a tus ojos, no merece, tranquilo, el tiempo ya lo pondrá en su sitio (si realmente es malo, por muchas oportunidades que le den, no llegará a nada, y si es malo pero al público le gusta, entonces tienes que aguantarte porque quien decide es el público), pero nada va a cambiar porque tú te pongas a criticar delante de todo el mundo. Si alguien no te gusta, simplemente no le sigas. Ve a la tuya, alégrate cuando algún compañero consiga algo bueno y trata de aprender de él. Siempre puedes aprender de  los grupos a los que les va mejor que a ti aunque consideres que son peores que tu banda o no te gusten nada, porque si les va mejor, más que por suerte o azar, lo más probable es que estén haciendo algo (ya sea la música, la promoción, su actitud, etc) mejor que tú. Sé humilde. Conozco a demasiadas bandas que van reclamando atención y quejándose de que nadie les hace caso, criticando a todo el mundo y exigiendo que se les den oportunidades. Por favor, nadie tiene la obligación de convertirse en tu fan ni tienes derecho a exigir nada. Estás en esto porque tú lo has decidido y tienes todo el derecho del mundo a intentarlo con todas tus fuerzas, pero nadie te debe nada. Los enfrentamientos entre bandas, más allá de las peleas en los 80 entre Twisted Sister y Manowar, son ridículos. Invierte ese tiempo en ensayar más, estudiar más o aprender a redactar una nota de prensa, te será más rentable que insultar a alguien en internet o quejarte de que a nosequién le han llamado para telonear a alguien y a ti no, con lo malos que son y lo bueno que eres tú. Pero sobretodo, lo más importante: te lo pasarás mejor si abogas por el buen rollo que si te quedas en tu casa insultando a todo el mundo y maldiciendo a los que les va mejor que a ti.


5.  Respeta al público. Está claro que a todos nos gustaría que más gente asistiera a nuestros conciertos o a los conciertos de la escena local en general. Nos gustaría que la gente amara la música en directo como la amamos nosotros y que los 50.000 que van siempre a los macro conciertos también fueran capaces de apreciar la magia de la música en los locales pequeños o a los grupos que no son los Stones o AC/DC.  Está claro y hay que luchar para que poco a poco todos tengamos más cultura de música en vivo pero hay grupos que prácticamente pasan lista y publican mensajes agresivos si a su concierto no va la suficiente gente o si la gente ha preferido ir a otro evento en lugar de al suyo. La gente va donde quiere ir y no tiene la obligación de asistir a tus bolos. Tienes que convencerles y tienes que ponérselo fácil. Si haces buena música, suenas bien, ofreces buenos directos y consigues que la información de tus conciertos llegue a la gente haciendo una buena promoción, tarde o temprano tendrás tu público. Pero no olvides que irán porque quieren ir, no porque se lo exijas desde una agresiva publicación en facebook donde llamas inculto a todo aquel que no sea tu fan.  Eso sí, hay que ser realista. Si haces death-jazz-prog-core cantado en klingon, seguramente nunca llegues a tener demasiado público, pero si es lo que quieres tocar, tócalo y pelea a saco. Quizás consigas un pequeño pero muy fiel público y créeme, cien seguidores fieles en cada ciudad es muchísimo.

6. Respeta a los medios pequeños. Muévete en las radios locales y envía tus noticias a los fanzines o webzines que hablan sobre la escena local. Igual que tú, ellos también están en esto por amor a la música y están ahí para ayudarte. Trátales bien, invítales a tus conciertos, ten buena relación con ellos, agradece a cada fotógrafo que se moleste en dispararte fotos que lo haga. no sólo son los primeros que te van a apoyar, también te van a enseñar muchas cosas. Si la primera vez que me entrevistaron en Radio 3 no hubiera tenido la experiencia de haber hablado antes en 34098234 radios locales (en entrevistas que probablemente sólo escuchó mi madre), seguramente me habría quedado sin palabras y hubiera hecho el ridículo. Aprovecha todas las ocasiones para promocionarte y también para aprender. Hacer buenas entrevistas, hablar en la radio o salir bien en las fotos de promo son cosas que, como todo, tienen su proceso y nadie nace sabiendo. Así que empieza por abajo y poco a poco, no pretendas salir en portada de una revista a la semana de haber sacado una maqueta.

7.  Tómate tu tiempo. Es difícil decidir el momento en que uno debe salir del local. Está claro que por muy bien que suenes allí dentro, hay cosas que sólo vas a aprender en los escenarios y hay que rodar mucho, pero veo muchas bandas que a los tres meses de existir ya están dando conciertos sin sonar realmente como una banda, Es preferible que estés un año en el local si es lo que necesitas a que salgas a dar bolos si no estás preparado. Tampoco se trata de ser perfeccionista en exceso, pero no tengas prisa. La etapa de creación, de preparación, de ajustar todos los engranajes, etc. es muy importante y también muy divertida, aunque transcurra sin público. ¡Disfrútala!

lunes, 11 de enero de 2016

Querido 2016...

La verdad, me parece una chorrada lo de hacer propósitos de año nuevo. Jamás lo he hecho. ¿Qué pasa? ¿Que ahora voy a cambiar mi manera de actuar sólo porque cambie de calendario?
Pues mira, sí, esta vez sí. Este año sí. Me parece una excusa tan horrible como cualquier otra.

A este año le voy a plantar cara de otra manera. Supongo que resulta complicado de entender, pero voy a superar mi timidez. Sí, ya lo sé. No parezco tímida. Me paso la vida haciendo cosas en escenarios y conozco a mucha gente y bla, bla, bla. Lo hago, sí, porque hace muchos años decidí que iba a dejar a mis miedos caminar a mi lado pero no les iba a hacer ni caso. Y me dediqué a cantar con un pánico escénico que me sigue acompañando pero al que he conseguido educar para que sólo él y yo sepamos de su presencia. Ya sé que no se va a ir, pero también sé que por más que me estire desde dentro, sólo yo voy a notarlo. Y vaya si lo noto. Y si he conseguido que así sea, entonces genial, pero la factura me llega, os lo aseguro.

Lo que me cuesta mucho más es enseñar lo que escribo. Curiosamente porque al hacerlo estoy sola. No siento esos nervios intensos que me alteran la respiración como en un escenario, pero son mucho más poderosos. No sé quién me lee, ni en qué momento, no sé lo que piensa el que lo hace, no puedo mirarle desde mi escenario y ver en sus ojos que lo estoy haciendo bien o que al menos, no le estoy jodiendo la vida. No puedo concentrarme en esa inmediatez que tienen los conciertos.  Me he obligado a enseñar algunas cosas, algunos relatos que he publicado en un blog que abrí con Alex (pinchar aquí) y también el cuento que publiqué en el libro "Simpatía por el relato" y algunos pequeños textos aquí y allá, pero siempre con un martilleo en la cabeza constante. Inseguridad, pánico, yo que sé. Al final no me compensa, porque cada vez que lo hago lo paso fatal. Pero fatal de verdad, me arrepiento, quiero borrarlo, quiero que nadie lo haya leído. Como una cabra, lo sé.

Me abrí este blog con el fin de compartir mis reflexiones, pero la verdad es que casi siempre que las he escrito, las he borrado ¿para qué? ¿realmente digo algo valioso? ¿vale la pena robarle a alguien unos minutos con mi anodina manera de ver las cosas? Quizás lo haya enfocado de manera equivocada. Quizás he estado confundida casi todo el tiempo. Quizás ahora que sé que esos monstruos a los que tanto he temido siempre han estado a mi lado disfrazados, todo parece más sencillo. Voy a escribir por aquí porque me apetece escribir.

Y ya está.

jueves, 6 de agosto de 2015

Demons

Hace unos días se publicó este artículo, en el que hablé con Jorge Salas sobre machismo y rock y pude revivir viejos demonios. Normalmente este tema suele tratarse en casi todas las entrevistas que me hacen con una pregunta ("¿Hay machismo?" ) y ya está. Tampoco suelo encontrarme periodistas que se hayan documentado de verdad sobre el machismo (me refiero a entender la historia de esta ideología como fenómeno social estructural, a haber leído y a mostrar una preocupación real, sin estar a la defensiva o con ideas preconcebidas absolutamente ridículas) o que les interese ahondar en ello más allá de lo anecdótico. Jorge tenía mucho interés en escuchar, en profundizar y en incomodar y además me gusta mucho cómo escribe (no lo haces mal, Jorge :P), así que pensé que era una buena ocasión.

Como ya sabía que iba a pasar, suscitó polémica, muchísimas lecturas, se compartió muchísimas veces y volvieron de nuevo los insultos y los menosprecios. Ya contaba con ello, pero sigue doliendo, sobretodo porque no hay cosa más irónica que un hombre diciéndome algo como "no hay machismo, zorra histérica, cállate ya". Me llamaron, en diferentes muros de facebook , exagerada, mentirosa, zorra, que me aprovecho de mi físico, victimista e inepta musical (entre otras lindezas). Aunque los "argumentos" suelen repetirse siempre, lo de "inepta musical" me llegó  esta vez más hondo porque me hizo darme cuenta de algo. Posteriormente  hablé de ello con diferentes mujeres que también se dedican a la música en distintos niveles (algunas profesionales, otras por hobbie, otras con estudios superiores, otras absolutamente autodidactas) y me di cuenta de la tremenda inseguridad que solemos sentir casi todas  -al menos en el rock y similares- respecto de nuestro nivel musical. De cómo se utiliza ese argumento para justificar el trato recibido y para jodernos la autoestima (algunos de los comentarios  sobre el artículo sugerían que si yo tuviera "nivel" musical, no recibiría insultos, o que si me hubiera dedicado a estudiar música en lugar de a berrear por ahí sin distinguir una corchea de una negra esto no me pasaría). Reconozco que me crea inseguridad, que me hago pequeña en algún lugar no consciente de mi cabeza y me siento culpable por no ser una virtuosa soprano, aunque jamás haya querido serlo. Y entonces me odio por sentirlo, por dejar que surta efecto.

No tengo intención alguna de presumir de currículum, pero sí creo conveniente señalar algunos datos. Llevo casi 20 años en la música y a lo largo de ellos he hecho muchísimas cosas distintas: he compuesto mis canciones, he trabajado como cantante durante 10 años en diferentes orquestas (donde también he tocado la guitarra y el bajo) y he cotizado como tal, he colaborado con una cantidad increíble de grupos de rock (no podría citarlos a todos) como solista y como corista, he sido corista de Neus Ferri y también he grabado y co-producido los coros del próximo disco de Seguridad Social (que todavía no ha visto la luz), trabajé como guitarrista para la presentación de un perfume de Givenchy, me han invitado a cantar Hardcore Superstar (grupo sueco del que soy muy fan) y Alfredo Piedrafita (guitarrista de Barricada), he compuesto una canción para un documental que terminó nominado a los Goya, he cantado en un grupo con gente tan importante como Felip Santandreu, Amadeu Adell y Lucas Ibáñez (que también son la banda de acompañamiento de Celia Mur, profesora de Berklee), y he compuesto las canciones que se incluyen en mi obra de teatro musical  "un bonito cadáver", además de escribir el texto. Yo que sé, un montón de cosas que, lejos de servir para  hacerme sentir "alguien" (yo siempre me he sentido muy mediocre como músico y no tengo problema alguno en reconocerlo, sigo aprendiendo y sigo estudiando) sí avalan que hay muchos músicos, de diferentes niveles, que me valoran profesionalmente y cuentan conmigo a la hora de hacer música, aficionados y profesionales. Además, siempre he tenido público en todos los grupos en los que he tocado, gente a la que le gusta mi música, fans. Fuera de lo musical, muchas bandas me han pedido ayuda para aprender en temas de promoción, he escrito muchas notas de prensa y textos promocionales  ¿Por qué entonces tengo que sentirme inferior?

He tocado con músicos que tenían titulaciones y con otros que no las tenían. Jamás he mirado los estudios de alguien para saber si era buen o mal músico. No tiene sentido, he visto de todo como para presumir que, en una disciplina artística, el talento se explica a través de títulos académicos. Tampoco me he sentido inferior a los que sí los tienen ni ellos me lo han hecho sentir, jamás. En Femme Fractal toco con Isabel Latorre (licenciada en composición y multiinstrumentista profesional) y Marta Burgos (licenciada en guitarra y también multiinstrumentista profesional) y nuestra relación, más allá de que a veces yo no las entiendo cuando se expresan en términos muy específicos o que a veces yo les digo cosas como "dos vueltas, me callo y luego entro" y ellas me miran raro, es brutal en términos musicales. Yo hago arreglos, ellas hacen arreglos, nuestras opiniones valen por igual, hacemos música juntas, nos respetamos y nos sentimos bien haciéndolo. No hay más.

Entiendo perfectamente que alguien no sienta interés alguno por lo que hago, que piense que no soy buena y que ignore lo que hago o lo critique, pero no creo que nadie pueda insultarme y sugerir que no he hecho nada en la música, que no me lo he currado, que soy inepta y que me he limitado a subirme a escenarios no sé con qué oscuro fin, porque eso es, simple y llanamente, falso. La ignorancia, esa que no siempre está reñida con las titulaciones, es, además de atrevida, soberbia y poco humilde cuando se trata de decirle a alguien "yo tengo más derecho que tú a estar aquí".

Mis gustos musicales son muy amplios e incluyen desde el rock progresivo (con particular interés en el de los años 70 y muy concretamente el que se hacía en España) hasta el punk más DIY pasando por un montón de cosas de casi todos los estilos que se enmarcan bajo la etiqueta "rock" (y fuera de ella también). Quizás porque valoro por igual el "Images & Words" de Dream Theather o el "Rocket to Russia" de Ramones, no tengo ninguna necesidad de justificar la música popular en base a su complejidad armónica, el número de notas, la duración de las canciones o la pericia técnica de sus músicos. Si me pone los pelos de punta, me sirve. Me los pone Freddie Mercury, me los pone Wendy O'Williams, me los pone Myles Keneddy y me los pone Rosendo. Tengo las discografías de Steve Vai y de Erich Johnson y mato por ver a Eric Sardinas otra vez más, pero otro de mis guitarristas favoritos es Johnny Ramone. Me da igual lo que un músico sepa tocar, si con ello es capaz de transmitirme algo. La técnica me parece un vehículo de expresión más, algo que capacita a los músicos con recursos muy válidos y algo que todo músico debe, al menos, plantearse aprender, pero no es lo único, no es lo más importante (no sé cuántas veces se ha escrito sobre esto, ya, qué recurrencia más soporífera la de este tema) y desde luego, no garantiza que vayas a gustarle al público ni que debas sentirte superior a quien tenga menos.  La música popular (y sí, el rock, el heavy metal, son músicas populares) está hecha de canciones y las canciones están hechas de mucho más que notas. Además, me parece de puta madre que el arte en cualquier disciplina y en particular en la música, esté al alcance de cualquiera, y no solo de quien pueda permitirse estudiar o de quien tenga un conservatorio cerca. Es tan evidente que me aburre horrores hablar de esto.

Tampoco estaría mal que algunos de esos se leyeran el libro "¿Hay música en el hombre?", donde el etonomusicólogo, antropólogo y músico profesional John Blacking, tras pasar un tiempo con una tribu (los Venda), analiza la realidad elitista de la música en occidente en lo que hemos llamado música culta y contempla la música como realidad natural que forma parte de la idiosincrasia de todo ser humano. Os dejo un enlace aquí donde se habla de este libro y de este tema. Creo que cualquier músico debería al menos reflexionar sobre esto, fuera del etnocentrismo occidental, para entender qué es la música, por qué existe desde los albores de la humanidad y cuál es su sentido fuera de nuestra cultura, que ni es la única ni siquiera la más numerosa.

Con todo esto, no puedo evitar sentir mucha rabia cuando me doy cuenta de esa tendencia a atacar a eso tan frágil que es nuestra autoestima como músicos, a hacernos sentir culpables por no ser virtuosas. El machismo, evidentemente, deja huecos para algunos roles femeninos que sí se aprueban: la virtuosa con estudios, la buena chica recatada que no intenta ocupar puestos típicamente masculinos, la soprano en grupos de metal (papel que sólo puede hacer una mujer). etc... y muchos no se cortan en exigírtelo abiertamente, en decirte que si fueras lo bastante buena no se meterían contigo, que si te taparas un poco más quizás no te llamarían zorra. Me entristece muchísimo cuando esto pasa porque, es una realidad obvia para cualquiera que frecuente sitios con música en directo, que los hombres ocupan puestos en todos los estratos: los hay buenos, malos, patéticos, buenos técnicamente pero pésimos compositores, buenos compositores pésimos técnicamente, guapos, feos, semi desnudos, tímidos, arrogantes, desafinados... Y no se suele ir más allá de la valoración, pero no se genera la visceralidad  ni el desprecio que se experimenta hacia las mujeres. Y de verdad, no intentéis venir con argumentos tipo "los hombres también aguantamos cosas, esto es duro para todos" porque en ningún momento he dicho que para los hombres sea fácil, estoy hablando de discriminación en un sentido muy concreto, de ataques que no tienen que ver con lo musical. Hay muchísimo que leer y que aprender sobre el tema antes que simplificar de una manera tan falaz. No me imagino a nadie diciéndole a un negro de Malí que se queja de sufrir racismo, xenofobia y clasismo en Europa diciéndole "perdona, esto es duro para todos".

Yo no quiero ser una virtuosa. Si quisiera serlo me habría encerrado a estudiar como una loca porque lo que sí que tengo en grandes cantidades es disciplina y capacidad de esfuerzo y de estudio (soy licenciada en psicología, tengo titulaciones oficiales de cinco idiomas y actualmente curso el grado en antropología social. Creedme, sé lo que es estudiar).  Es que a mí me pone tocar música más simple. Es lo que me gusta, es lo que me interesa, no veo que esto resulte complicado de entender. Y eso no me convierte en menos capacitada para hacer música. Simplemente, para mí la música es un vehículo de expresión, en el que me he permitido  jugar a aprender un montón de cosas sin exigirme una excelencia ni un título profesional. Empecé a estudiar en el conservatorio y se me quitaron las ganas de hacer música, aquel sitio no era para mí (experiencia que comparto con unos cuantos músicos). Me sentí a gusto, en cambio, en locales de ensayo, compartiendo la experiencia con otros, formando parte de una banda, buscando la manera de expresarme y con profesores que provenían del entorno rock, que es la música que yo quiero tocar (la música culta, lo siento, no me interesa demasiado, qué le vamos a hacer). Me gusta aprender, me gusta mejorar, me gusta ser mejor músico, y me gusta hacerlo libremente, sin especializarme en nada permitiéndome tocar un montón de instrumentos a un nivel más bien básico o experimentar la música desde diferentes roles en un escenario, no únicamente como cantante. Me gusta producir voces, sacar armonías, grabar un montón de coros, y lo he hecho para muchísima gente, porque lo hago bien y lo hago rápido, Y lo que más me gusta es escribir canciones a solas, en mi casa, Si salen de mi habitación y alguien las escucha y le gustan ¿Quién cojones se cree capacitado para decir que eso es correcto o incorrecto o que yo no debería hacerlo? Las veces que alguien me ha dicho que una canción escrita por mí le ha hecho sentir cosas (afortunadamente, me ha pasado unas cuantas veces), he sentido que todo tenía un por qué, la vida, mi vida, el mundo... Y  nadie va a quitarme mi derecho a sentir eso. Ni tampoco a las personas que alguna vez han disfrutado de mi música.

 En Femme Fractal toco la guitarra, el bajo, el ukelele, algo de percusión y en breve la armónica. No soy la hostia en nada de ello pero eso me permite expresarme como quiero y divertirme (y divertir, que nadie viene a verme por obligación). Y no tengo que justificar eso delante de nadie. Si te gusta como canto o toco, es perfecto, si no también, pero que a estas alturas, después de siglos de música popular, después de que Bob Dylan, Elvis  Ramones, Chuck Berry o Janis Joplin cambiaran el curso de la historia de la música sin haber pisado un conservatorio, alguien tenga que atacar a otro por no tener suficiente nivel (que esa es otra, sentirse juez en algo como la música rock es para hacérselo mirar) o no tener estudios musicales es ridículo. Y justificar el machismo diciendo que es culpa nuestra por no ser lo bastante buenas es machista. Estoy harta de pasarme la vida justificando mi "nivel" musical cuando trabajo como músico más que los que me atacan, cuando sé hacer mi trabajo en un estudio o en un escenario con profesionalidad demostrada, cuando me siguen llamado para grabar colaboraciones o para trabajar cantando.

También he conocido demasiados músicos que se creen muy buenos pero son incapaces de llegar a la hora, de no beber durante un concierto o de resultar mínimamente profesionales. Y tengo una mala noticia para los que sois así: aunque tengáis dos octavas más de registro que yo y creáis que con eso lo tenéis todo hecho, si no sois profesionales me llamarán a mí para grabar los coros antes que a vosotros. Y luego os quejaréis amargamente y diréis que es que me llaman a mí porque nosequé y qué injusto y que lo merecéis vosotros y no yo y que claro, como soy una tía lo tengo más fácil. Y no, el problema es vuestro. Si sois tan buenos y no conseguís un hueco en el mundo del rock, o no tenéis público, o no conseguís trabajo, seguramente estéis haciendo algo mal. Aprended a trabajar antes de culpar a otros o de reclamar el puesto que otros ocupan como propio.

Necesitamos mujeres en todos los escalones. Desde las más malas, las más desafinadas y arrítmicas,  hasta las más virtuosas, pasando por las mediocres, las que jamás aportarán nada, las que se lo pasarán bien tocando y ya está, las que no pasarán de sacarse unas versiones y las que harán giras mundiales, nacionales y locales, las que escribirán canciones que se harán universales, las que cambiarán la historia, las mejores y las peores. Todas. Dejadnos en paz con vuestro examen y vuestro juicio. Tenemos derecho. Callaos ya.

martes, 28 de julio de 2015

Es un hecho

Me estoy haciendo mayor. Es un hecho.

Como mi vida es bastante igual que cuando no era mayor pero con las virtudes de serlo, de momento son todo ventajas. Ahora que tengo un sueldo -aunque sea uno bastante ridículo- a cambio de los odiosos y adultos madrugones, puedo comprarme muchos cómics. Puedo comprarme una guitarra de 12 cuerdas por puro impulso si ataco los ahorros. Total, no tengo grandes planes, no tengo que pagar una hipoteca, ni pañales ni nada, tengo un alquiler modesto, compro unas shandys, comida, poco más.  En realidad ahorro para esto, para hacer lo quería hacer cuando era más pequeña pero no podía hacerlo porque no tenía nunca un duro. Libertad adulta.  Puedo pujar en ebay por una figura de Luke Skywalker disfrazado de trooper imperial, ponerme una alarma en el momento que acaba la subasta y que se me salga el corazón del pecho en los últimos segundos. Puedo plantearme comprar un sable de luz oficial. De los guapos.  Si no salgo en lo que queda de mes a lo mejor podría...

No estoy hablando de dinero. Aunque lo parezca. No estoy hablando de dinero porque en realidad no tengo un duro, pero por suerte las guitarras, los cómics y las ediciones especiales de Rocky Horror en realidad son bastante baratas comparadas con las hipotecas, los coches nuevos y todo eso. Estoy hablando de que me hago mayor y es guay. De hacer lo que me da la gana.  De alguna manera parece que la vida te pone en etapas en las que te gustan unas cosas cuando por edad, dinero, por lo que sea, no puedes tenerlas o apenas puedes tenerlas.  Luego cuando te haces mayor y podrías, ya no debes, ya no toca, ya no quieres. Yo soy infinitamente simple. Quiero cómics, quiero guitarras, quiero Tommy con todos los extras. Todo el puto rato. Y lo mejor es que puedo dedicar todo mi tiempo libre a leer, a tocar con mis amigas, a grabar una -otra- maqueta con mi banda. Y todo ello, con la tranquilidad que -al menos a mí- me han dado los 30. Dónde vamos, de dónde venimos , cuál es mi papel en el universo, existe el amor eterno, quién soy en realidad. A la mierda con eso. Me voy a morir. Quiero pasarlo bien. Quiero volver a leer La conjura de los necios. Quiero un pedal de trémolo para usarlo en cuatro compases. No quiero nada que implique la ayuda de un banco. Voy a volver a ver Spinal Tap. Voy a poner el ampli al seis en mi habitación.

 A veces se me hace raro cuando me cruzo a alguien que me conoce desde mi infancia pero que en realidad jamás me ha conocido de verdad  y me pregunta si todavía sigo con lo de la música. Veo en su mirada la sorpresa cuando les digo que sí, que por qué no iba a seguir, que la música no es un estado, la música soy yo. Insisten. Atacan por otros flancos. No, no me he casado. No, no tengo hijos. No me compré una casa. Estoy ahora a ver si grabo un E.P. con mi banda (te jodes, no haber preguntado). Escribí un cómic. De zombies.  Sonríen un poco, como diciendo "qué rara es esta chica". Rara mal, se entiende. Rara freak, Rara de "está equivocada". Rara de no acercarse mucho por si acaso. Rara por no mutar. Que os den. Y ya veréis qué rara cuando tenga 70.

Cada vez me gusta más hacerme mayor.