martes, 23 de febrero de 2016

Donde no duelas


¡Hola!
Hace poco Gran Quivira hemos editado nuestro primer E. P. Se llama "Las dos caras" y no habla de Harvey Dent (aunque molaría bastante). Lo podéis escuchar en Spotify aquí: https://open.spotify.com/album/4OGF9nbOg3SJj9A0fXh6dS

Se me ha ocurrido compartir algunos textos que tengo que tienen que ver con las canciones. Algunos son anteriores a ellas y las letras vienen de ellos, otros vinieron después, pero todos tienen relación con la canción a la que hacen referencia, aunque no se trata de una relación directa, no es una ampliación de la letra sin más. En fin, molaría que lo leyerais mientras escucháis la cancion en cuestión.  Además incluyo alguna foto del sitio en cuestión, que no es otro que el que sale en la portada del E.P.

 Ahí va "Donde no duelas" (aquí la canción https://open.spotify.com/track/1qVi8cinUlGRRU5mwtm7Om). En esta canción tuvimos el honor de contar con la trompeta de Francisco Hickowski, que además de un músico increíble es un gran amigo al que adoramos. Un placer contar con él.
----
 


 Hay un lugar donde no dueles. Un lugar  que elimina tu efecto en mí, te anula, te adormece. Impide que sigas hurgando en mi interior. Allí no puedes hacerme nada. Existes en calma y ocupas, por fin, el lugar que te corresponde en mí. Un pedazo de mi historia acomodado entre los demás recuerdos de manera neutra, sin valencia. Puedo mirarte, casi tocarte, entenderte, sin sentir ese dolor agudo pinzándome el alma hasta hacerme caer al suelo.

El único problema es que eso sólo sucede allí. Voy todas las tardes, me apoyo contra la pared de la estación y miro a los árboles. Y entonces noto el efecto, noto la anestesia recorriendo todas y cada una de mis células, eliminado todo rasgo de dolor. Y yo sólo respiro. Respiro como fin, no como medio. Existo, formo parte, pero no necesito hacer nada, y nada duele. Soy como el árbol al que miro fijamente hasta que estoy completamente en calma. Después pienso en ti y disfruto de tenerte en mis recuerdos sin sentir el dolor que te acompaña siempre. Por fin puedo hacerlo. Pienso en ti y sonrío. Me siento feliz de haberte conocido.

Cuando el sol cae me levanto y me marcho, y entonces, mientras recorro el camino en sentido inverso, noto cómo el efecto desaparece con cada paso que me aleja de allí. Vuelvo a sentirte inundando cada maldito rincón de mi cuerpo y hasta que el dolor se estabiliza, apenas puedo respirar. Aun así, vale la pena.

He pensado en llamarte y llevarte allí conmigo con cualquier excusa. Quizá si pisas ese suelo el dolor desaparezca para siempre… O quizás sea el efecto lo que desaparezca para siempre, y no sé si podría vivir si no pudiera ir cada tarde a olvidarme un rato de ti.


No hay comentarios:

Publicar un comentario